En los últimos años hemos asistido a un gran giro de las compañías que ha desembocado en una transformación de sus necesidades más estratégicas. En este sentido, las empresas han tenido que cambiar de rumbo en muchos sentidos para lograr culminar un proceso adaptativo a todos los niveles.
A lo largo de todo este periodo, parece que por fin nos hemos dado cuenta de que lo más importante dentro de las organizaciones son las personas y que sin ellas no podemos evolucionar. En este sentido, los líderes son cada vez más conscientes de la importancia que supone mantener a sus equipos motivados para conseguir un engranaje productivo positivo. Por eso, es fundamental que crean firmemente en la necesidad de implementar políticas de bienestar que vayan calando a lo largo de toda la organización llegando a formar parte del propio ADN de la compañía.
En un momento en que La Gran Renuncia está afectando a las empresas con la fuga de miles de empleados tenemos la opción de fidelizarlos ofreciendo programas de salud mental, bienestar físico y confort social.
Y, ¿cómo se puede crear esa cultura del bienestar? Como primer paso, estableciendo una comunicación basada en la escucha activa para/con los empleados y estando muy cerca de ellos, con el objetivo de obtener la información necesaria acerca de sus inquietudes, motivaciones, expectativas y aspiraciones. A partir de este análisis, diseñando un plan de acción centrado en políticas de bienestar para el empleado: acciones basadas en políticas de conciliación, hábitos saludables, participación en actividades fuera del entorno laboral, flexibilidad, acciones enfocadas a la salud mental, acceso a formación y desarrollo, entre otras.
Uno de los aspectos más importantes es que estas acciones que elegimos como eje de nuestra cultura empresarial del bienestar deben, a su vez, preservar la personalización. No basta con implementar medidas genéricas, sino que es importante tener en cuenta a cada persona de manera particular, para poder ofrecer un contexto favorable en el que todos se sientan reconocidos.
Esforzarse por crear y mantener una cultura de bienestar ayudará a los empleados a sentirse valorados y aumentará su nivel de implicación, compromiso y productividad. Mejorará el trabajo en equipo y la cooperación. Fomentará un estado de ánimo positivo. En definitiva, una fuerza laboral más feliz y productiva.
Un empleado contento es más productivo, tiene menos absentismo laboral y una vida personal y profesional más satisfactoria. Desde los departamentos de Personas y Cultura tenemos la gran responsabilidad de cuidar a las personas, convirtiéndose en nuestra mayor prioridad para, a través de ellas, contribuir a la consecución nuestros objetivos estratégicos.