De gestionar recursos humanos a cultivar talento y personas. De custodiar procedimientos a impulsar el liderazgo y la diversidad. De ser un área corporativa pobre a erigirse en aliado estratégico del negocio y convertirse en la clave de la resiliencia organizacional. La transformación en la historia reciente de la función de los Recursos Humanos en las empresas ha sido de vértigo. En los últimos años, la aceleración de la revolución tecnológica y la sucesión de shocks económicos y psicológicos han situado al área de RRHH en el centro de gravedad organizativo para abordar el gran reto que tiene la corporación moderna: conectar su misión con las personas.
La pandemia supuso una tormenta perfecta de retos asociados a la gestión de empleados para las organizaciones, que buscaron refugio en la tecnología para superarlos. Según IDC, durante 2021, las empresas aumentaron más de un 17% la inversión en tecnología vinculada a la transformación del puesto de trabajo. Las nuevas tendencias en el lugar de trabajo y la reinvención en curso de las relaciones laborales auguran que esta tendencia no hará más que crecer. Según un informe reciente de la consultora McKinsey, el 95% de los responsables de recursos humanos en Europa y Norteamérica consultados consideran prioritario “elevar la función de los recursos humanos a través de la digitalización”.
Hace menos de una década, el área de RRHH se gestionaba de manera rígida y burocrática. En poco tiempo, estos equipos han pasado de ser meros gestores de procedimientos vinculados a los recursos humanos a ser responsables de identificar y hacer crecer el talento, fomentando el crecimiento profesional y personal y las dinámicas de engagement con los empleados. Sin duda, este renovado foco en el factor humano y en el desarrollo de la cultura corporativa implica un enorme cambio de paradigma en la concepción de los trabajadores.
Hoy en día, la tecnología es la principal palanca para que la gestión del talento pueda asumir un rol estratégico en la organización. En este contexto, el espectro de tecnología que ofrece el mercado es increíble: plataformas de gestión, ERP, analítica de datos, automatización, aplicaciones para medir la satisfacción del empleado y mucho más.
Para aquellas empresas pequeñas y medianas que se encuentren inmersas en un proceso de transformación digital, les recomiendo empezar por la sistematización. Es decir, contar con un software de gestión que ayude a mejorar la eficiencia y la calidad de los procesos. Todas estas herramientas ofrecen una visión detallada del departamento y son capaces de medir la evolución del mismo.
En una segunda fase, apostaría por la automatización, que permite liberar a los empleados de los procesos repetitivos. Estas herramientas elevan exponencialmente la eficiencia y permiten implementar procesos estratégicos, mejorando la productividad de los mismos y aportando valor al negocio.
Y finalmente llega la asistencia en remoto. El cambio de paradigma que ha supuesto la crisis sanitaria en el ámbito laboral ha puesto de manifiesto la necesidad de tener herramientas digitales que permita a las organizaciones seguir cerca de las personas pese a estar en remoto en cualquier lugar del mundo.
En definitiva, en una primera fase, con un software de gestión laboral una empresa podrá optimizar el tiempo dedicado a las tareas más tediosas, como crear nóminas en pocos minutos o presentar documentación a los diferentes organismos del estado de manera automática así como medir el rendimiento de los empleados.
Si a ello añadimos otras plataformas o apps de talento, la tecnología permite gestionar talento en remoto (condición casi indispensable en cualquier rol hoy en día) y aporta transparencia y visibilidad de los aspectos emocionales de la organización, cuestión clave que pueden llevar a impulsar el crecimiento de un negocio o, por el contrario, hacerlo caer.
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