Tras la pandemia provocada por el covid-19, se ha producido un cambio en el paradigma laboral que exige a las empresas ser más flexibles y confiar en sus equipos. Alejarse de los puestos de trabajo de oficina obliga a eliminar fronteras para atraer talento y desdibuja los límites entre mercados. Para responder a este reto que plantea el siglo XXI, que abarca la retención del talento, la expansión internacional y la adaptación a los constantes cambios a los que está sometida la sociedad, tanto los CEO como los directores de RRHH deben coordinarse para encontrar herramientas que permitan a los trabajadores seguir formándose y creciendo y, al mismo tiempo, promover el crecimiento que la era digital reclama a las empresas. Aun así, esto no es suficiente; también es fundamental encontrar palancas que activen la motivación y el interés del talento por una formación atractiva, eficaz y útil para su propio desarrollo.
Como hemos visto en los últimos años, el microlearning facilita el acercamiento a la formación por parte de los equipos, lo que tiene un impacto positivo e inmediato en las empresas y en el aprendizaje de los profesionales. Pero… ¿qué ocurre cuando combinamos el microlearning con la cultura del error? La adquisición de conocimientos se convierte en una práctica que hace que los propios empleados se hagan cargo de su aprendizaje y de sus errores. Como señala Cody Blair en La Pirámide del aprendizaje, los alumnos sólo recuerdan un 5% al día siguiente de escuchar una lección o conferencia, un 10% cuando la leen, un 20% si se utilizan medios audiovisuales, un 30% si la demuestran, un 50% si la argumentan, un 75% si la practican y un 95% si la enseñan a otros. Por tanto, el microaprendizaje eficaz es el que se aplica en la práctica, permitiendo al error entrar en juego.
La única forma de crecer como empresas, como profesionales (y como personas) es exponernos a los fallos de forma positiva. Existe un impacto evidente en los profesionales y empresas que se atreven a equivocarse. Ahí está la clave de la fórmula del éxito, la combinación del microaprendizaje y la cultura del error.
Tras un estudio con más de 1000 profesionales en España y nuestra experiencia trabajando con 300 empresas bajo una metodología propia basada en estos dos pilares, para que los profesionales aprendan a comunicarse eficazmente en inglés, somos capaces de responder a preguntas que todo responsable de talento y recursos humanos se plantea. Algunas de ellas: ¿por qué muchos profesionales se sienten incómodos hablando otro idioma?, ¿por qué la formación teórica no responde a las necesidades de las empresas?, ¿es una cuestión de formato o de contenido?; ¿es la formación relevante para la retención del talento?
Los profesionales se sienten incómodos hablando en otro idioma por la barrera de la timidez, el miedo a equivocarnos tan arraigada en España. Es la práctica sistemática la que rompe con esa barrera y no la teoría. Sin duda, el contenido es importante pero el formato es clave. Clases breves basadas fundamentalmente en la capacidad de comunicación y con un formato atractivo y sencillo para que la formación se haga relevante, muy relevante para la retención del bien más preciado de las empresas, el talento.
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