¿Alguna vez le has contado a un amigo algo que no te gusta de alguien a quien quieres? ¿Te ha pasado que cuando es tu amigo quien te devuelve la pelota con alguna crítica sobre esa misma persona, has sentido un fuerte rechazo al oírlo en boca de otro? Yo puedo criticar a mi familia, pero tú no. No me gusta oírlo de ti.
Exactamente esa sensación ocurre cuando hablamos de diseño de la Experiencia del Empleado.
Pongamos que tienes un desafío en tu organización, por ejemplo, necesitas atraer talento como el pan para cubrir los nuevos retos que se presentan. Te cuesta encontrar a los candidatos adecuados, y cuando por fin están a puntito de firmar el contrato, se caen del proceso. Otros sí han firmado, pero a los dos meses se han dado cuenta de que en tu organización no había nada, o poca cosa, de lo que les habías prometido que encontrarían. Sí, el “humo employer branding” también existe. Seguramente haya otros que te sonríen cuando se cruzan contigo en los pasillos y te dicen que todo va bien. Pero la cruda realidad es que están buscando una oportunidad para irse a otra empresa en cuanto puedan. Y ya te avisarán…sí, pero cuando hayan firmado en la otra empresa, of course. Otros no tienen intención de irse nunca, se agarran como a un clavo ardiendo a aquello que conocen, que les da un sueldo cada mes, aunque recuerdan constantemente que hubo tiempos felices en los que trabajaban mucho más motivados porque se sentían parte de algo que les enorgullecía.
Llegados a este punto, las alarmas saltan y entonas un “¡Huston, tenemos un problema!”. Es más, si una vez pasado el momento “problema”, vas más allá, te darás cuenta de que tienes una pregunta poderosa “¿Cómo podemos mejorar la experiencia de nuestros empleados para que sea diferencial y nos ayude a atraer nuevo talento y a fidelizar el que ya tenemos? Y a esta pregunta, le sigue otra todavía más reveladora “¿de verdad que vas a definir tu propuesta de valor de empleado sin rascar al menos un poquito y averiguar cuál es tu realidad? ¿Su realidad? ¿No vas a preguntar por qué se cayeron del proceso? ¿Por qué se fueron a los dos meses? ¿Por qué están buscando trabajo en otro lugar? ¿Qué echan de menos de aquellos tiempos felices? ¿Qué les enorgullecía?
A muchas de estas preguntas ayudamos a responder a nuestros clientes de Rebel Talent cuando activamos procesos de diseño o rediseño de la Experiencia del Empleado. Porque si no conoces el desafío, será mucho más complicado encontrar las áreas de oportunidad. Porque si lo que necesitas es atraer talento, no estaría de más saber qué es lo que le atrae y qué es lo que le produce rechazo. Porque no debemos olvidar que cuando hablamos de atraer “talento” o de fidelizarlo, en realidad estamos hablando de personas.
Entender a las personas, conocer su día a día, sus dolores, sus necesidades, sus alegrías, sus motivaciones… es fundamental para abordar cualquier desafío que tengas sobre la mesa. Pero ¡ojo con una cosa! entender a las personas implica que vas a descubrir mucha información que probablemente no te dejará indiferente. Y eso no es fácil, porque cuando te pones a rascar y a preguntar, a observar y a entender…averiguas cosas bonitas y otras no tan bonitas que quizá te saquen los colores a ti y a tu equipo de RRHH. Sí, bueno, son cosas que igual ya sabías, pero preferías mirar hacia otro lado, porque era más cómodo. Y puede doler, sí, pero te aseguro que es un “dolor” necesario si estáis buscando soluciones y cambios reales.
Te propongo a continuación una pequeña práctica sencilla para indagar un poco “más de verdad”:
Cuando un empleado te cuente algo que no le gusta o que le molesta o que se le hace cuesta arriba, pregúntale “¿por qué?”. Cuando te responda, pregúntale de nuevo “¿por qué? y a lo que responda, de nuevo pregunta “¿por qué?”. Normalmente antes de llegar al 5º por qué, habrás encontrado la causa raíz. Y es muy probable que te sorprenda.
Lo importante de este ejercicio es empezar a profundizar, a ir más allá de la superficie. Porque para que el cambio sea real y duradero, es imprescindible entender muy bien qué es lo que quieres cambiar. Y esto es de valientes porque no a todos nos gusta vernos reflejados en el espejo de la cruda verdad. Y mucho menos cuando son otros lo que ponen el espejo delante.
Estoy convencida de que solo los valientes dispuestos a hacer esta introspección y a cuestionarse desde la vulnerabilidad, los únicos que logren cambios reales en la experiencia de empleado y, por tanto, en su organización.
Así que…¡adelante valientes!
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