Hasta hace muy poco no se hablaba de salud mental, y menos en entornos laborales. La razón es que, antes de la pandemia, nadie tenía problemas emocionales ni mentales.
Seguro que mientras leías esa frase pensabas: ¡¿Pero qué barbaridad está diciendo?!
Efectivamente, problemas de salud mental y emocional ha habido siempre y han sido y son, los del trabajo, de los más habituales. Los datos no engañan: más de la mitad de los trabajadores afirma que su trabajo se ve afectado por una mala salud mental, según el último informe de People at Work. Además, el estrés que muchos empleados ya padecían se ha agravado tras la pandemia y actualmente 7 de cada 10 trabajadores reconoce que experimentan ansiedad y estrés al menos una vez a la semana.
Sin embargo, a pesar de estos datos, siempre ha estado muy mal visto hablar de salud mental en el trabajo e incluso se ha asociado con un riesgo de despido o de exclusión social. Muchas relaciones laborales no han funcionado; multitud de empresas han quebrado y, por desgracia, un gran número de personas ha fallecido. Y todo esto ha ocurrido por la ausencia de cuidado de la salud mental en las empresas.
Hace 30 o 40 años atrás la gente no estaba tan familiarizada con conceptos de salud física o nutricional como lo estamos ahora, pero las empresas se dieron cuenta que la mala alimentación y el sedentarismo generaban empleados enfermos que producían menos y peor. Y no solo eso: vieron cómo los problemas asociados a estas conductas afectaban a la calidad de vida y la salud de sus empleados y, por tanto, a la salud de su empresa. Y, ¿qué hicieron? Ponerse manos a la obra. Por ejemplo, garantizando que los beneficios ofrecidos a los empleados se centrasen en suscripciones a gimnasios y fruta en la oficina.
Estas iniciativas fueron y son estupendas, pero parece que siempre hemos tratado de arreglar la casa por el tejado.
Tras la pandemia, por fin, hemos decidido empezar a trabajar en los cimientos.
Sin salud mental no hay salud; y no lo digo yo, lo dice la OMS. Esta frase me caló muy fuerte cuando la leí y por ello creo firmemente que si empezamos a trabajar la salud mental de forma cotidiana, sin prejuicios y sin estigmas, muchos otros problemas de salud también mejorarán.
Por desgracia, acudir a un psicólogo es para muchos un artículo de lujo y para otros, un motivo de vergüenza. Por otro lado, la sanidad pública no da abasto con las necesidades actuales. Es en este sentido donde las empresas pueden aportar muchísimo y con un simple gesto, añadiendo a los beneficios que da a sus empleados, el de la salud mental, cambiar el paradigma actual y mejorar la salud de su empresa, de su comunidad y de la sociedad en general.
¡Que si Marina, que todo esto está muy bien!, pero yo estoy hasta arriba de trabajo y no sé ni por dónde empezar para implementar un servicio como este.
Te doy algunos consejos para buscar una empresa adecuada que te ayude y apoye en la gestión de la salud mental de tu equipo:
– Busca empresas con recorrido y experiencia en salud mental. Estos últimos años muchos se han subido al carro, pero no todos tienen los conocimientos y el expertise de años en el sector.
– Verifica la calidad de sus profesionales. Los profesionales de la salud mental son dos, el psicólogo y el psiquiatra, no hay más. El psiquiatra está enfocado en trastornos que requieren medicación y que están en fases avanzadas. El psicólogo trabaja en consultas y problemáticas más comunes y en etapas más iniciales que pueden solucionarse sin necesidad de medicación.
– Que usen una metodología científica. Por desgracia, en psicología hay muchos enfoques y teorías que no han sabido adecuarse al avance científico y que, por tanto, no tienen validez ni están contrastadas. El enfoque cognitivo-conductual es actualmente el que tiene su base en el método científico y, en consecuencia, el que ofrece garantías.
– Que tengan servicios flexibles para que puedan adaptarse a la mayor parte de tu plantilla y te lo pongan fácil en el proceso de integración.
Por fin, los departamentos de Recursos Humanos pueden dedicarse a las funciones para las que realmente se crearon: cuidar de los empleados, crear cultura de empresa, captar talento y no dejar que se le escape, dar a su equipo el mejor espacio posible para desarrollarse personal y profesionalmente de manera que, por pura inercia, se produzca el desarrollo de la empresa.
Y creo que en este camino apasionante que hemos empezado, todos queremos que nuestra empresa sea aquella en la que todo el mundo quiere trabajar: una empresa con un propósito.
¿Nuestro propósito? Acceso a salud mental para todo el mundo. ¿Cuál es el tuyo?
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