En los últimos dos años, el 52 % de la población activa en España ha pasado de trabajar en la oficina a hacerlo desde casa. Y, aunque hemos demostrado ser profesionales todoterreno y tener verdadera capacidad de adaptación al cambio, parece que el teletrabajo ha dejado de manifiesto que, en lo que a liderazgo se refiere, aún nos queda mucho que aprender.
Tal y como recoge el último estudio GoodHabitz sobre Liderazgo Híbrido en España y Europa, la distancia física ha impactado de forma directa en la confianza de los empleados hacia sus líderes. Entre otras conclusiones, observamos cómo solo 1 de cada 3 personas activas en España se siente satisfecha con su relación laboral actual con su manager, así como con sus competencias para gestionar equipos en remoto.
La experiencia me ha enseñado que, detrás de un gran empleado siempre debe haber un gran líder. Pero para cumplir con sus expectativas de conciliación y flexibilidad, el modelo de liderazgo de hoy debe actualizarse. Las herramientas digitales pueden ayudar mucho a lograr este fin, pero no debemos olvidar nuestro lado más humano. Y es que, aunque la conexión en persona es cada vez menos frecuente, las habilidades sociales son más importantes que nunca. La Universidad de Harvard lo denomina «la paradoja híbrida». Y en este nuevo paradigma, la formación continua es nuestro mayor aliado.
El liderazgo híbrido
Si tuviera que definir al líder híbrido en pocas palabras, diría que es aquel capaz de sacar lo mejor de sus colaboradores tanto en remote como en distancias cortas. Así, hablamos de un líder que toma decisiones basadas en datos y de forma ágil, que se adapta a las circunstancias, que es resiliente, que está en constante evolución y que domina y lidera la gestion del cambio.
Las empresas son cada vez más conscientes de que la gestión de las personas es fundamental para el negocio. Formar a los directivos de las empresas en habilidades estratégicas que van a impulsar su crecimiento personal y profesional garantiza equipos más felices y productivos. Si tuviera que destacar las soft skills más importantes en el líder de hoy, sin duda serían:
- Coaching inspirador: El líder autocrático, afortunadamente, ya forma parte del pasado. Su control sobre el qué y cómo trabajar se ha ido transformando hacia una cultura corporativa basada en la colaboración y la confianza en la que la labor del líder es motivar e inspirar a su equipo. Para ello, tendrá que tener muy presente el crecimiento profesional y personal de cada miembro del equipo.
- Competencias digitales: Siguiendo con más datos del estudio GoodHabitz, hablamos de una de las asignaturas pendientes del liderazgo en España. En este proceso de adaptación tecnológica, la gestión del cambio es tan importante como el desarrollo de habilidades que consoliden la madurez digital de los directivos de nuestro país. Pero, actualmente, solo un 33 % cumple con estas expectativas.
- Comunicación positiva: Sin duda, un pilar fundamental de la salud de nuestra organización. A través de ella, fomentamos de manera consciente o inconsciente su éxito e, incluso, su supervivencia. Y es que, de entre los factores que pueden causar felicidad o insatisfacción dentro de los equipos, por encima del salario, las relaciones positivas son clave. En línea con la formación, la empatía, la escucha activa y la gestión de emociones se consolidan como las soft skills más demandadas por los empleados hacia sus jefes.
- Trabajo en equipo: ¿Sabías que el espíritu de equipo supone un 20% más de productividad en los empleados? Pues de ese porcentaje, los líderes somos responsables hasta en un 70%. Al fin y al cabo, somos el nexo entre la dirección y los empleados. Para tener éxito en la gestión de este compromiso, debemos estar preparados para adoptar el papel de coach: aprender a escuchar de manera activa y a recibir feedback, ofrecer oportunidades de desarrollo y aprendizaje a los miembros de nuestros equipos y crear un entorno de trabajo en el que las personas se sientan bien.
- Empatía: Es aquí donde marcamos la diferencia entre “jefe” y “líder”: en nuestra actitud. Es poner como prioridad a las personas por encima de los resultados y comprender a cada uno de los miembros de nuestro equipo (desde sus capacidades y puntos de mejora hasta sus emociones). Para ello, las soft skills de inteligencia emocional (incluyendo la comunicación asertiva y la escucha active) son una herramienta necesaria.
La hibridación del entorno de trabajo pide un upskilling por parte de todos los miembros de nuestra organización. Alexander Graham Bell decía que «el éxito de las ideas es el resultado de un lento crecimiento». Cuando ofreces formación a tu plantilla y cuidas que esta combine aprendizaje de herramientas digitales con crecimiento personal, aseguras la creación de talento cualificado dentro de tus propias filas. Por nuestra experiencia, una estrategia formativa adecuada puede crear verdaderos líderes digitales que ayuden a llevar al éxito a una organización.
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