Hace ya muchos años que ha empezado esa llamada “guerra por el talento”. Parece que sea una especie de combate sin fin entre empresas y organizaciones para ver quien es más sagaz y despliega mejores estrategias para detectar y captar (o cazar) al mejor talento.
Como si el talento fuera un ente ajeno a la persona; algo así como “capto tu talento, pero el resto de ti se queda fuera”.
Y claro, una vez captado el talento, hay que hacer algo para retenerlo (o amarrarlo o vaya usted a saber).
Y ahí se abren una serie de posibilidades que, ¡Oh sorpresa!, suelen quedarse en una. El dinero. En forma de futuro profesional, en forma de formaciones carísimas, en forma de retribución en especie y personalizada… en cualquier forma de dinero.
Y muchas veces ocurre que este talento que intentamos retener se fuga. Obvio es decir que no se fugaría si no estuviera retenido. Y, a veces, se fuga por más dinero o mejores condiciones. Es entonces cuando nos lamentamos y comentamos lo de los “mercenarios” y así, hasta el infinito.
El lenguaje importa, pero no sólo las palabras sino, especialmente, el esquema mental que las genera. Así que quizá sea bueno empezar por ahí.
Como responsables de una empresa o de su área de personas, queremos atraer al mejor talento, y para eso, debemos ser “empresas atractivas”. ¿Cómo puedes hacer que tu empresa sea atractiva para el talento?
Para empezar, debes poner las cartas boca arriba y mostrar tu propósito empresarial.
En primer lugar, estas son las preguntas que deberías hacerte:
- ¿Tu propósito es transaccional o transformacional?
- ¿El beneficio económico es un fin en sí mismo o es un medio para lograr otras aspiraciones del bien común?
Ambos propósitos son lícitos, por supuesto, pero juegan en distintos campos y atraen a talento con distinta motivación.
En segundo lugar, define cuáles son tus valores (los auténticos, no aquellos que un día alguien te escribió para que los pusieras en la web).
- ¿Puedes describir ejemplos de comportamiento que reflejen esos valores?
- ¿Se pueden ver en el día a día?
- ¿Los sigues o aplicas tú?
No hay nada más atractivo que unirse a una empresa u organización con la que te unen sus valores.
Con estos dos puntos y una experiencia de empleadas/os que te de buena reputación, serás una empresa atractiva y podrás transmitirlo.
Una vez has atraído el talento, es el momento de la verdad; ¿qué haces para mantenerlo y fidelizarlo? (No hablo de ‘retener’, como has visto).
Para mantener y fidelizar lo primero es clarificar expectativas:
- ¿Qué esperas tú de esa persona? ¿Qué espera esa persona de tu empresa?
Esta pregunta que muchas veces se hace en las entrevistas finales de un proceso de selección o evaluación, tiene mucha más importancia y profundidad de la que se le suele dar. Es la clave para descubrir si podremos recorrer un largo camino o bien será sólo una etapa.
Clarificar expectativas es ajustar las aspiraciones mutuas, y a partir de ahí ya puedes fijar cómo va a ser esa relación.
Por una parte, deberás tener un “Employee Journey” (Recorrido del Talento) acorde con tu propósito. Esta es otra de las claves: si tu propósito es transaccional, deberás tener un plan de retribuciones acorde al mercado y vigilar el rendimiento que puedes obtener de esa inversión. Por el contrario, si tu propósito es transformacional, debes ampliar y generar otras iniciativas para que ese talento que has atraído pueda desarrollarse y alcanzar las mejores cotas de realización personal y profesional.
Y, por otra parte, deberás tener una cultura de empresa y un estilo de liderazgo empresarial que fomente los valores que mencionaba anteriormente y facilite lograr tu propósito.
No hay nada que genere más desazón que un entorno (cultura y liderazgo) que impida o dificulte el desarrollo del talento.
La cultura debe estar alineada con los valores y el propósito; si tu propósito es transformador, tu liderazgo también debe serlo. Si tu propósito es transaccional, tu liderazgo también debería serlo.
Como ves, hay dos escenarios en los que puedes jugar.
El de las empresas que tienen un propósito transformador, orientadas al bien común, y cuyos resultados económicos son el medio para lograrlo. Estas son las que atraen talento y lo fidelizan.
Y el de las empresas con un propósito transaccional, orientadas al máximo beneficio y que se reparte entre sus accionistas, también tienen su público, su talento.
Pero deberán ir a por él, a la captura de ese talento, ‘retenerlo’ y evitar a toda costa que se fugue, y eso es un mal augurio en los tiempos que corren.
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