¿Cuántas veces has querido salir huyendo de tu trabajo, dejarlo todo y montar un negocio propio? Cuántas veces has pensado qué solo de esa manera serás realmente feliz? ¿Qué una vida plena no se consigue con un trabajo ordinario donde siempre habrá alguien que te dirija?.
Seguro que han sido muchas las veces que has intentado dar una respuesta afirmativa a estas preguntas. Los seres humanos tendemos a no vivir el momento, somos así, siempre queremos más o aquello que no poseemos. Vamos de trabajo en trabajo, buscando la novedad que nos enseñe algo nuevo y donde podamos destacar con aquello anteriormente aprendido. Somos así, somos humanos.
Pero esa cotidiana vida no es el camino correcto. En el colegio lo primero que deberían de enseñarnos es a conocernos a nosotros mismos, mirar hacia dentro y descubrir nuestros intereses, inquietudes y objetivos. Evidentemente, sin olvidarnos de aprender los conocimientos necesarios para desarrollarnos cultural y profesionalmente.
Partiendo de la base, que no nos enseñan a encontrar nuestro propósito, llega la universidad y seguimos en las mismas, enseñándonos a ser competitivos, bajo una media que marcará nuestra trayectoria como borregos. Llega la edad adulta y ¿Qué nos encontramos? o mejor dicho ¿Cómo nos encontramos? Exacto, más perdidos que “nemo”. No sabemos realmente qué nos mueve, cómo somos ni hacia dónde debemos ir. Solo sabemos actuar en el orden según lo socialmente correcto de nuestra cultura, es decir, encontrar un trabajo, conseguir dinero, una pareja, una casa, una familia y un largo etcétera. Y ¿Qué pasa cuando ese trabajo no nos gusta o no encontramos un trabajo? que acabamos hundidos en la miseria, sin saber levantarnos porque nos creemos que sin un trabajo no somos nadie. Dejadme deciros que somos persona, con unos intereses y gustos concretos y, por ende, somos más que un trabajador.
Por ello, debemos empezar a autoconocernos ¿Cómo? Sencillo, ahí van dos claves por las que empezar:
- Define tus valores personales. Porque tus valores te indican tus prioridades y, por lo tanto, cómo deberías vivir.
- Experimenta. Porque así verás por tus propias acciones lo que puedes/sabes hacer y lo que realmente te gusta. Sal a la calle, relaciónate, observa qué haces, cómo te sientes, qué piensas cuando las cosas pasan o cuando te relacionas. Escucha lo que las otras personas han venido a enseñarte, déjate ayudar, disfruta, haz algo nuevo cada semana…
Cuando nos quedamos sin trabajo o el que tenemos nos hace sentirnos vacíos por múltiples motivos, como por ejemplo, porqué hemos llegado al límite y no podemos aportar más valor o porque el propio trabajo no nos aporta nada “bueno” en el día a día, siempre tendemos a buscar la novedad.
La ciencia muestra que al cerebro le gusta la novedad pues al experimentarla nos sentimos plenamente realizados. Sucede lo mismo para un nuevo trabajo, nos abrumamos de placer ante el cosquilleo de conocer gente nueva, nuevas funciones y nuevas perspectivas. Justo en ese momento nuestro cerebro se encuentra en una fiesta de dopamina y, por tanto, es un mal momento para tomar decisiones. No dejemos que ese épico momento nos engañe pensando en que amamos u odiamos ese trabajo. De hecho, antes de tomar cualquier decisión sobre nuestra carrera o lo que realmente nos gusta o no, debemos darnos tiempo para respirar. Todo va bien al principio, por ello, debemos darnos el tiempo suficiente para dejar que la novedad desaparezca y poder así tomar una decisión sensata sobre cuánto realmente nos gusta. Es ahí cuando comenzamos a conocernos a nosotros mismos y vemos el camino a seguir.
Es muy corriente escuchar en una entrevista de trabajo, a los millennials sobre todo: «Quiero agregar valor»; y lo que verdaderamente significa es que quieren trabajar en algo que tenga un propósito y esté acorde a los valores personales de cada uno de ellos, agregando importancia a la sociedad. Pero y ¿Qué pasa cuando ni ellos mismos conocen su propósito y sus valores? que acaban cambiando de trabajo rápidamente sintiéndose frustrados y sin metas futuras. Dejan de ser felices.
Si bien tener el objetivo de ‘agregar valor’ es admirable, no es muy específico y eso hace que sea difícil entender si lo hemos logrado o no. ‘Agregar valor’ puede significar un millón de cosas para un millón de personas diferentes (suelo decir, que el sentido común es de todo menos común, pues esto igual), necesitamos ser específicos sobre lo que significa para cada uno y si no estamos seguros debemos experimentar para conocernos.
El punto aquí es que todos tenemos visiones de quienes pensamos que somos. Sin embargo, esas visiones generalmente se han evocado en pantallas de televisión o conversaciones escuchadas. A veces ( y no todo el tiempo ) nuestras suposiciones sobre nosotros mismos son incorrectas. Pueden estar totalmente fuera de lugar. Podemos pensar que nos encantaría un trabajo en wall street siguiendo la línea de la película, viéndonos poderosos y feroces y en realidad, estamos mejor preparados para una carrera en marketing.
Encontrar un trabajo que nos satisfaga es difícil, pero no imposible. No necesitamos dejar nuestro trabajo inmediatamente y crear una startup para sentirte realizado pues un trabajo es simplemente eso y nuestro propósito de vida debe estar por encima de ello. Es cierto que mucha gente se siente insatisfecha con su trabajo, la estadística que se cita con mucha frecuencia es que el 85% se siente descontento con su trabajo. Esa cifra es asombrosa y, francamente, aterradora. Pero no deberíamos sentir que no hay esperanza porque la clave no es el trabajo sino el propósito por el que se trabaja.
Encontrar lo que amas, en el mundo empresarial o de otro modo, se trata de conocerte a ti mismo y de lo que quieres. Se trata de ser honesto contigo mismo y lo que te trae felicidad. No hay que compararse con el que ha conseguido su equilibrio, estabilidad porque a esa persona le ha costado lo mismo que a ti pero han sabido conocerse y encontrarse, probando cosas, equivocándose y no abrumándose con la novedad para encontrar su propósito que va más allá de un trabajo u otro. Consiste en trabajar duro para descubrir qué trabajo es el adecuado. Se necesita tiempo, pero funciona en ese orden y nadie hasta ahora nos lo había contado.
Por eso, haz, persigue y no desistas para hacer lógico el lugar que ocupas.
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