Con la pandemia ha cambiado el significado de ser valientes. Este concepto significa ser fuerte y robusto, capaz de acometer una empresa arriesgada a pesar del peligro y el posible temor que suscita. Ser eficaz, grande y excesivo.
Sin embargo, una de las grandes virtudes en tiempos de incertidumbre, como los que hoy vivimos, es la importancia de saber retirarse a tiempo de una batalla. Y esto va en contra de los grandes eslóganes de los gurús y de los runner de resistencia extrema. Luchar hasta el final, con todas las armas, con todas las fuerzas. Tanto en lo personal como en lo profesional, la valentía no consiste en abordar batallas imposibles, sino en dejarlas para comenzar nuevas y diferentes. Dejar de mirar al pasado, para centrarse en el presente, sin necesidad ni de éxitos pasados ni de futuros.
Aprender a deshacerse del pasado es muy difícil, es el territorio de la experiencia, de lo que ha funcionado o no. Territorio de lo conocido y de la comodidad. Por ese motivo, el actual guerrero, el verdadero talento que necesitamos, es el que enfoca todo el esfuerzo en el presente, en una no certidumbre desconocida, en la que valen diferentes habilidades, más allá de la resistencia o resiliencia. Tolerar, aguantar, o sufrir se enfrentan a un “para qué” o a un propósito muy difícil de responder.
Aferrarse al pasado, a lo que conocíamos, a lo que sabíamos como cierto, al territorio de lo experimentado, del confort, de lo seguro, ya no es sostenible. Ni siquiera nos sirve para un corto plazo, así que como para pensar a medio o largo. Las circunstancias cambian rápido. Solo tenemos luces cortas.
Los nuevos valientes saben que abordar nuevas batallas no es fácil, ni cómodo, ni necesario. Pero no queda otra. Para hacer crecer los negocios y las personas de manera exponencial y sostenible se necesita un talento guerrero que solo se centre en un presente extremo. Que duele por ser desconocido, es más fácil luchar en batallas conocidas. Va directamente relacionado con la cara que ves a muchas personas de “esto ya está perdido, pero aun así, sigo luchando hasta el final”, ¿para qué? Si ya sabes el final, abandona la batalla, es lo más duro, pero seguramente lo más inteligente.
Las luces de tus ojos, ¿cómo son? Las que no solo nos despejan el camino, también avisan a los demás de qué lugar ocupamos en él. Pero poner las luces es más que girar el mando del alumbrado: a cada circunstancia corresponde un tipo de alumbrado. El conductor debe saber cómo interpretar las circunstancias, adecuar la velocidad y escogerlo en función de cada momento. Pues ahora es momento de presente, no lo dudes, por muy doloroso que sea, deja de mirar al dulce pasado y abandona aquellas batallas que no puedes ganar, y además lo sabías desde el principio.
Liderar consiste en la humildad de dejar territorios conocidos para abordar la incertidumbre con las armas del conocimiento y la pasión. La virtud de saber retirarse a tiempo de una batalla para ganar la guerra exige sorpresa, emoción, no planificación, pensamiento crítico y sobre todo, la capacidad para pensar que el éxito no reside en el pasado sino en el maravilloso presente por muy incierto que sea.
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