La tendencia nació a principios de la década entre profesionales freelance y altos cargos en compañías disruptivas, de tecnología y comunicación. Con un paso lento pero férreo, se abrió paso en otras industrias hasta que en 2020, se convirtió en la única opción viable para que empleados y empresas, continuasen en actividad.
La digitalización de operaciones, trabajos, organizaciones y actividades de todo tipo, no es algo nuevo. Lo que antes se veía incluso con recelo y reservado a un sector muy específico de la población laboral activa, hoy es la realidad de millones de personas en el mundo entero. Sin embargo, esto no significa que la transición presencial-virtual, esté ya finalizada.
Si recapitulamos, podemos determinar diferentes estadios de “evolución” de esta tendencia:
Año 2020
La digitalización irrumpe en nuestras vidas en plena pandemia, la emergencia sanitaria se traduce a una emergencia laboral, en la cual quien se adapte más rápido al desafío de migrar a la virtualidad, ganará la batalla.
Se trata de una etapa incipiente donde millones de trabajadores y organizaciones comenzaron a confiar y delegar en herramientas basadas en la nube, más que nada gratuitas, con el afán de replicar los métodos y cultura presencial, en modalidad 100% remota.
Aquí descubrimos que esto era posible. Operaciones y tareas del día a día eran, para la gran mayoría de las organizaciones, posibles de ser ejecutadas desde la virtualidad. Sin embargo, comenzamos a recibir los primeros embates del teletrabajo: el estrés creado por la ausencia de vínculos interpersonales en las plantillas y la incertidumbre del contexto imperante.
Año 2021
Con el fin de las restricciones más severas, comienza el retorno a las oficinas con nuevos protocolos y con la dificultad de adaptarnos a un entorno conocido pero que, durante todo un año, se convirtió en hostil e inclusive peligroso.
Una nueva cultura ha emergido y es la cultura del teletrabajo. Desarrollar las labores desde casa se volvió un must para profesionales dispuestos a dejar sus puestos, si esta modalidad dejase de existir. El trabajo remoto se convierte en un factor clave para conservar y retener talento.
Así surge el trabajo híbrido. Una forma de desempeño que combina la posibilidad de combinar el modo presencial con el virtual, beneficiando los lazos sociales y la alta productividad y ayudando a las empresas a mantener su infraestructura intacta y operativa.
¿Por qué llamamos al 2022 al año de la consolidación?
Las crisis son oportunidades y de los momentos más complejos de nuestras vidas, se obtienen enormes aprendizajes. Esto es exactamente lo que experimentamos durante las primeras “fases evolutivas” de la digitalización en empresas.
En 2020 aprendimos que no podemos prescindir del capital humano o, mejor dicho, dejar de lado la centralidad de las personas. Y en 2021, descubrimos que es posible combinar lo mejor de estos dos mundos.
De esta forma, 2022 se asoma en el horizonte como el año en el que podemos poner en práctica estos aprendizajes, para lograr darle a estas tendencias su forma final. Esto implica dar el siguiente paso, “un salto de fe” e ir un poco más allá.
¿De qué manera? Estandarizando procesos y políticas internas orientadas a mejorar aspectos de vital importancia que, a menudo y con la prisa del día a día, quedan en un segundo plano:
- Generar protocolos para garantizar la seguridad de los datos personales de nuestra propia plantilla, clientes y colaboradores externos.
- Desarrollar vías de comunicación y canales de denuncia que aseguren el cumplimiento de las leyes y derechos laborales, en el ámbito de trabajo.
- Velar por metodologías de reclutamiento y selección, orientadas a la inclusión y la diversidad.
- Crear programas para fortalecer los lazos entre empleados, disminuyendo el estrés e invirtiendo en bienestar laboral.
Para que todo esto suceda, es de vital importancia delegar tareas en soluciones de Recursos Humanos. Este tipo de plataformas, están especialmente desarrolladas para automatizar los procesos diarios y crear reportes de datos que nos ayuden a diagnosticar y resolver problemas en nuestras organizaciones, tomando más y mejores decisiones basadas en datos.
Un software de RR.HH., es por lo tanto necesario para consolidar la digitalización, pero no solo en términos operativos, sino en términos humanos. Hoy, más que nunca, debemos apoyarnos en el concepto de “centralidad de las personas”, para obtener lo mejor de los dos mundos que en 2021 aprendimos a combinar y sacar los mejores resultados posibles.
Los comentarios están cerrados.