Para comerse el mercado se necesita gente apasionada, que disfrute de su trabajo y que se sienta a gusto y segura como para hacer preguntas «estúpidas» o «disruptivas del statu quo», que son las únicas que permiten crear algo nuevo, afirma Warren Berger, autor del libro Glimmer: How design can transform your life, and maybe even the world.
De lo que nos está hablando es de que la felicidad incrementa la productividad, y de hecho, cada día se habla más de happy companies y de nuevos perfiles profesionales en el área de Recursos Humanos, como el director de Felicidad.
Hace poco tiempo, la edición online de The Times publicaba este anuncio: “Se busca directivo que traiga felicidad. Es un requerimiento para el puesto creer que la gente puede ser motivada por algo que no sea dinero”.
Los happy managers son líderes que potencian una nueva forma de organización donde las personas ocupan un lugar relevante. Por esa razón fomentan la comunicación efectiva, desde la escucha, la motivación y el trabajo en equipo.
Cada día son más las empresas que rediseñan sus oficinas con este objetivo, incluyendo un futbolín o una mesa de pimpón, o que implementan programas para promover los hábitos saludables en su plantilla, con clases de yoga o fruta gratuita, por ejemplo, o aquellas que ponen en marcha políticas de bienestar, con iniciativas de apoyo emocional para sus plantillas. Son solo tres ejemplos en ese camino de la búsqueda de la felicidad de sus empleados. Pero el concepto va mucho más allá.
Alexander Kjerulf, autor del best seller La hora feliz es de 9 a 5, explica que casi todas las compañías aseguran que quieren empleados «motivados y felices», pero muy pocas hacen realmente algo por lograrlo.
Las organizaciones que realmente crean una cultura de la felicidad mantienen estructuras horizontales, empoderan a sus empleados en un clima de confianza, consiguen un balance razonable entre individualismo y colectivismo así como entre objetivos personales y profesionales y generan un bajo nivel de incertidumbre que permite a los empleados arriesgarse y apostar por opciones innovadoras.
Según este autor, cada persona en el trabajo y en la vida, elige si quiere ser feliz, no puede obligársele a ello. “Elige ser feliz con lo que haces y serás más productivo”.
Hay un ingrediente más en esa fórmula de la felicidad: abordar la transformación, el cambio, desde las fortalezas, desde lo que sí tienen las personas y las organizaciones.
Las empresas crecen y se desarrollan a mayor velocidad, siempre y cuando estudien lo que sí tienen y lo que sí quieren, en vez de investigar los problemas. Y esta indagación apreciativa se traduce siempre en empleados y organizaciones más felices.
¿Qué sentido tiene analizar lo que no funciona? Indagar aquellos momentos donde los empleados se han sentido orgullosos de su trabajo, atrayendo esa energía positiva al presente y contagiándola al interior del equipo.
Los comentarios están cerrados.