La crisis sanitaria y económica que estamos viviendo ha traído de nuevo a la palestra el debate sobre el liderazgo en las organizaciones.
Por ello toca hablar de liderazgo y de cómo nos han vendido la idea de la gran necesidad de ser líder, pero dejando a gusto del consumir cómo ejercerlo.
La emergencia vivida ha plagado las organizaciones, las empresas, la sociedad y la política de líderes tipo “Braveheart”. Idealistas, apasionados, de discurso fácil y provocador, que persiguen movilizar a la masa en un intento suicida y sin sentido, que está abocado al fracaso. Lo curioso es que el propio líder es conocedor de su falta de planificación y de estrategia; y a pesar de ello es más poderoso el ego que bulle en su interior que la racionalidad. No activa las palancas correctas, simplemente aprieta todos los botones para remover la pasión y la irracionalidad de los sentimientos. Mueve una marabunta furibunda sin más que propósito que el liderazgo como fin y no como medio.
Frente a ellos, su contraposición es el liderazgo ejercido por una dirección efectiva que aporta valor al negocio. Hablamos de Sergio Marquina, El Profesor, que ejerce un liderazgo caracterizado porque le gusta tener todo calculado hasta el más mínimo detalle. Es un líder con propósito y para alcanzarlo se basa en la estratégica, a través de la cual ejecuta un plan de acción con el que accionar las palancas correctas, que le permiten conseguir el objetivo perseguido. Da un sentido a los comportamientos y conductas de cada persona dentro del equipo, concienciando sobre lo que cada uno individualmente aporta al objetivo común. Su problema, la delegación.
Hoy, en el entorno actual no se puede llenar la boca del “Mucho líder queremos”, enfocado a ser querido y amado. Los resultados de la empresa no entienden de amor, entiende de eficiencia en las acciones derivadas de la toma de decisión correctas. Caiga quien caiga. Sean bonitas o feas.
¿Necesitamos el líder que dibujaba Maquiavelo? ¿Es tiempo del pragmatismo más crudo para salir de esta crisis? ¿Es tiempo de que el fin, en última instancia, siempre justifique los medios?
En #conveRHsaciones pensamos que es tiempo de Dirección Eficiente y no Eficaz, siendo éste último en última instancia el que es en sí mismo maquiavélico.
Se precisa accionar y dirigir desde la eficiencia, porque o bien ella mueve las palancas justas y necesarias para conseguir un objetivo, o bien alcanza múltiples objetivos optimizando sus recursos y/o decisiones. Un liderazgo de cátedra.
Frente a ello el liderazgo apasionado es eficaz, porque sin saber si el objetivo será alcanzado, emplea todos y más los recursos disponibles. Lo importante es lanzarse, si después hay un precipicio, pensaremos durante la caída como hacer el puente, pero ya nos hemos movido.
El liderazgo que hoy importa es el eficiente, porque se basa…
A) En conocer al detalle los procesos y sistemas de la organización. No porque debas ser tú quien debe trabajarlos en el dia a dia, sino porque si no sabes lo qué se hace y cómo se hace, no puedes aportar nada con tu liderazgo.
La ignorancia en este caso, no tiene que tener una connotación negativa, siempre y cuando la persona siendo consciente de ello, inicie un proceso de aprendizaje que rellene sus lagunas.
Todos, absolutamente todos, somos ignorantes de muchas. Lo importante es como reaccionamos frente a la ignorancia, y, ese es un tema de elección personal, es decir un acto de libertad, el líder eficiente siempre tiene hambre de conocimiento, por ello una de sus mayores virtudes es sabes escuchar a todo aquel que le rodea.
B) En dominar los datos y las cifras al detalle pequeño de su área, pero también se preocupa por conocer los grandes números del resto de la organización, para saber cómo interactúan entre sí y ser capaz de enfocar en acciones que los mantengan y mejoren.
El líder eficiente vive de la nueva cultura del valor de los datos y de su correspondiente reporte analítico de datos. Sabe interpretarlos según su contexto y es capaz de transformarlos en información útil; de la cual extraer un aprendizaje, que le permita decidir en base a tendencias y realidades contrastadas, y no sobre intuiciones o el azar.
C) En estar informado de la normativa, la legislación, las tendencias, el mercado, el sector y la sociedad. Poder tener todo lo necesario para que sus decisiones estén alineadas y sean efectivas. La predictibilidad y preactividad depende mucho del conocimiento que se sea capaz de atesorar.
Un líder eficiente está acostumbrado a gestionar el cambio permanente y a tomar decisiones ágiles, ya que los mercados cambian con la misma rapidez.
D) Medir y evaluar al equipo, su rendimiento y dotarlos de herramientas que mejoren o actualicen su trabajo para conseguir lo que les pides. Trabaja al medio y largo plazo. Aporta valor real a la empresa, porque eso es rentabilidad y productividad.
El líder eficiente facilitará herramientas a sus equipos para que alcancen su autorrealización a través del trabajo, permitiéndoles que puedan decidir qué trabajo va a llevar a cabo y de qué manera va a abordarlo; potenciará e incentivará su afán por aprender y crecer de forma constante
Tanto la eficiencia como la eficacia resultan esenciales para poder liderar satisfactoriamente cualquier proyecto, siempre de la manera más productiva y rentable para la empresa. Por ello, no resulta de extrañar que, en la actualidad, la eficiencia sea una de las cualidades que mayor número de empresas persiguen en sus lideres, ya que ello les permite alcanzar las metas y objetivos propuestas sin necesidad de aumentar el número recursos para ello.
Las empresas no quieren mitos ni mártires, quieren y necesitan más que nunca estrategas, más aún si hablamos de la Dirección de Personas.
Los comentarios están cerrados.