Y Marco es el mejor para ello.
Os cuento, por diversas circunstancias sociales y personales su perfil profesional no era el esperado.
Aquí somos mucho de suponer. De dos más dos sin ver la opción de dos por dos. Somos de costumbres para lo bueno y no tan bueno, con todo lo que ello conlleva.
Cuando vemos un perfil en una red social laboral como LinkedIn o un currículo, automáticamente nuestro cerebro empieza a hacer cuentas como si fuéramos Gauss:
“Tiene tal edad, ha debido estar trabajando tantos años, seguro que está casado, hijos…”
“Ha trabajado tanto tiempo aquí, que sumado con aquello, no da la media para…”
Nuestra mente ya se sabe, le encanta una etiqueta.
Ubicar. Encasillar. Ordenar todo como los mejores organizadores de Ikea, que ya quisiera Marie Kondo.
La persona encargada del proceso en el que Marco había postulado, lo descarta porque en su currículo vitae no tiene relación directa la edad y años trabajado en una empresa.
Marco piensa: “vaya, si todos piensan igual no trabajaré nunca ”
Pero ese pensamiento le dura un segundo.
Él sabe su valor añadido, amaba los RRHH, sus competencias, habilidades, conocimientos, actitud, ganas, ilusión, toda la pasión y lo que puede sumar.
Insistió, persistió y lo consiguió.
Marco era un ejemplo cada día. Rompía todas las barreras y límites de aquellos compañeros escépticos llevados por “lo de siempre”.
Ayudaba, proactivo, creativo, resolutorio….
Era martes y Marco comenzaba un nuevo proceso de reclutamiento para su empresa. Ya había tenido la reunión con el manager del departamento, hablado las funciones imprescindibles para el puesto, determinado los requisitos secundarios y señalados los bonnus, que eran criterios que sumaban, pero no determinaban.
Tenía preseleccionado a dos perfiles.
Uno cumplía la teoría: formación, años de experiencia según la escuela de los “De Siempre”, recomendaciones y hasta los idiomas.
El segundo le recordaba a él, no era perfil tipo pero tenía algo, en la entrevista sus habilidades blandas eran innatas, formado, pero no tenía X años trabajado y aun así apostó por él.
Llegó la hora defender uno de los dos y Marco no defraudó, apostó por el segundo. Luchó, argumentó, contó, sintió y ganó.
¡Las vueltas que da la vida! Era de la persona que le había rechazado en su peor momento y por el que casi tira la toalla en la lucha para trabajar en lo que soñaba.
Marco supo ver más allá.
Era el mejor para el puesto por conocimientos básicos, actitud,
habilidades y formación.
¿Los años? Ya empezaría a sumar desde ese día.
Tira esos muros que impida seguir para ti por el mejor camino, de no ser así, nunca verás paisajes nuevos.
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