Un reto, una ilusión
El despertador sonó a la hora de siempre. La señal horaria radiofónica marcaba el comienzo del día para David, pese a que su mente estaba ya despierta desde hacía algunas horas.
Mismo ritual que ha seguido durante los últimos catorce meses: ducha con agua fría, café, tostadas y al ordenador. En sus más de treinta y cinco años de experiencia había vivido situaciones muy dispares, sobre todo desde que promocionó hace una década a director comercial de la mayor cadena hotelera del país. Sin embargo, ningún reto le había costado tanto como este: volver al mercado laboral.
Durante esta batalla ha tenido que acallar algunas voces cercanas que aparecían periódicamente recordándole que no tiene necesidad de pasar por esto. Con sus hijos ya trabajando y algunas rentas que ha conseguido fruto de su buena planificación, podía adelantar un retiro dorado sin preocupaciones. Pero ellos no lo entienden. No hay soga que apriete más que la de la autoexigencia. Su salud mental no toleraría que una pandemia le expulse del mercado laboral y le deje tirado en la indiferencia de los paseos por la playa y las partidas de dominó de sobremesa.
Al recoger el desayuno se despide de su mujer, que sale con prisas hacia el trabajo mientras se despide cariñosamente de su marido: “A ver si hay suerte hoy, luego hablamos”.
¿Suerte?, pensaba David, ¿qué es eso? Enciende el ordenador, abre LinkedIn y el correo electrónico. Comienza la batalla.
Presión por cumplir
Ha pasado ya más de un mes desde que Cristina, pilar fundamental en esta empresa, presentara su baja voluntaria. Del shock inicial se pasó rápidamente al intento de negociación. Pero ella no cree en las contraofertas. Además, este es el cambio profesional que llevaba tiempo buscando. Cambiar de sector y departamento no es fácil cuando ya estás asentada.
Carlos veía este drama desde la lejanía, sabiendo que esta estampida llegaría a su mesa más pronto que tarde. Sin ningún plan de sucesión vigente y en un departamento de Recursos Humanos que primaba la inmediatez de lo urgente frente a los planes de futuro, cubrir una posición tan importante se antojaba como el mayor reto desde que estaba en la empresa.
Pasaron las semanas y la presión por encontrar a la persona ideal se acrecentaba. Los candidatos presentados no colmaban las expectativas de dirección, quienes esperaban encontrar a un clon de Cristina.
Este fenómeno suele aparecer en aquellas empresas que no trabajan en descripciones de puestos claras y no separan la posición de la persona. En ocasiones, pensamos que con un buen salario y la confianza de haber estado muchos años juntos obtendremos la fidelidad de nuestros mejores colaboradores. Pero la realidad es otra bien distinta en un mundo digitalizado y que, a raíz de la pandemia, cada vez más personas priorizan otros aspectos como la flexibilidad y conciliación familiar para continuar o sumarse a un proyecto profesional.
Al finalizar el día, Carlos envió a dirección la última terna de candidatos para entrevistar. De los tres finalistas había uno que le gustó especialmente, pero temía que los prejuicios de la edad y que estuviera desempleado no le favorecerían. Era su última oportunidad, si de aquí no convencía ninguno, externalizarían el proceso. Un fracaso para Carlos.
Reivindicación de la experiencia
Era un día soleado, llegando ya a primavera, cuando David recibió la llamada de un joven, quien le contactaba en relación a una de las muchas ofertas que había aplicado. Realmente no recordaba muy bien cuál era, pero supo desenvolverse bien en la conversación.
A partir de ahí, todo transcurrió muy rápido. Necesitaban cubrir la vacante lo más rápido posible y las entrevistas se fueron sucediendo durante la semana. Fueron unas conversaciones que disfrutó especialmente por la complicidad con la empresa y en las que pudo poner de manifiesto la importancia de la experiencia, así como visibilizar a un colectivo duramente golpeado por la indiferencia mediática, como son las personas de más de cincuenta años en desempleo. La necesidad de trabajo, sumada a un cúmulo de vivencias variopintas hace de estos perfiles una apuesta de valor segura.
Finalmente llegó el premio tan ansiado, esa oportunidad por la que llevaba tanto luchando. Tenía claro que iba a dejarse la piel en este reto.
Un nuevo comienzo
Qué importante es preparar un buen Onboarding. Eso pensaba Cristina mientras estaba en la sala junto con otros once nuevos compañeros que comenzaban ese mismo día la misma andadura.
Superado lo peor de la crisis sanitaria, la inauguración de un nuevo hotel se antojaba como un soplo de aire fresco para un sector que necesita de alegrías. Y si, además, la empresa apuesta por una formación inicial enfocada a que las nuevas personas se integren y conozcan lo más rápido posible, mejor que mejor.
En una de esas dinámicas de elevator pitch coincidió con quien sería su compañero de departamento. Un señor algo mayor pero muy afable y con una ilusión desbordante. Este hombre le contó un poco acerca de su trayectoria y de sus últimos meses. Ambos sonrieron cuando se percataron del penúltimo proceso de selección en el que había participado, pues era para la vacante que ella había dejado.
El destino se había empeñado en juntar la experiencia de David y el dinamismo de Cristina, todo un éxito para su nueva empresa.
Talento transversal
La precipitación nunca es buena compañera de viaje, pues suele ir acompañada de prejuicios y resultados cortoplacistas.
Privaron a David de muchas oportunidades porque le consideraban mayor, Cristina se fue de su empresa ante la falta de oportunidades de carrera y Carlos no pudo cerrar el proceso de selección por la premura exigida.
Quienes nos dedicamos a la gestión de personas debemos dejar atrás la soga de la inmediatez, sacrificando algo de presente para asegurar el futuro.
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