Es curioso como una persona encargada de la limpieza de unas oficinas pueda haber sido la que moviera las alas y produjera un terremoto en la organización.
En los primeros días del confinamiento, nos hacinamos el comité directivo en las oficinas, tratando de establecer las tácticas inmediatas para cambiar completamente la estrategia de la organización. La dirección de Gestión de Personas, pasó a ser determinante para gestionar esa crisis desde un punto de vista físico, emocional y productivo.
Hacía un año que estábamos inmersos en el proyecto de bienestar “Being well, Feeling better”, cuyos objetivos eran gestionar la Densidad del Talento desde las emociones y el compromiso. Se estaba implantando y potenciando procesos de Upskilling (formación para optimizar el desempeño) especializando más al personal y Reskilling (reciclar en nuevos puestos) convirtiéndolos en más versátiles. Una de las herramientas era la utilización de la tecnología colaborativa como catalizadora del talento, entre otras, con un sistema VUCA.
Nos encontrábamos en fase previa, habíamos elaborado una minuciosa encuesta de clima que la denominamos “Paseo Cultural” y habíamos dado nuestros primeros pasos. Sin embargo, llegó el COVID , con su malévolo proselitismo intrínseco y todos nos vimos arrastrados a una situación impredecible que nos castigó anímicamente y sobre todo que nos convirtió en procrastinadores “sine die” especialmente en las organizaciones.
Uno de esos primeros días en el confinamiento, entré en la cocina de la oficina y vi que una mascarilla enganchada en una rama de un pequeño arbolito, más bien un arbusto, que teníamos en la misma y en la que había escrito a mano: “Silencio estruendoso”. Lo había colgado María, la persona que limpiaba la oficina. A partir de ese día, diariamente me encontraba una con un mensaje del estado anímico de ella y ese momento mañanero, comenzó a ser un ritual: tomar el café y reflexionar el mensaje diario.
Según se fueron incorporando a la oficina, cada vez más personas, con un sistema de teletrabajo, cada uno de ellos, de manera espontánea, se fueron sumando a ese
esquema de verbalizar sentimientos o sensaciones pandémicas a través de nuestro inseparable nuevo “outfit”.
Decidí que sería bonito comprar más arbolitos de esos y ponerlos en toda la oficina, para que cada vez que uno estuviera lleno, pudiéramos continuar con el siguiente. Todos los días, antes de irnos a casa, los que estábamos en la oficina esa semana, dejábamos la mascarilla que habíamos estado usando y la colgábamos del arbolito que tocaba ese día… y así, se fueron sumando todos, hasta el Director General.
Pasados los meses de confinamiento y viendo que no habría espacio suficiente para todas esas frases, decidí que cada semana recogería las mascarillas para que fueran repuestas con los nuevos mensajes epistolares en la siguiente semana y las colgaría digitalmente en lo que llamé “El jardín enmascarillado”, marcando la fecha en la que habían sido depositados.
La iniciativa tuvo muchísimo éxito, era una manera de canalizar las emociones producidas por una situación terrible de pandemia con la esperanza que todos los humanos albergamos, y que repta siempre en nuestro interior, para reponerse de todo.
Tras seis meses de mensajes “enmascarillados”, me percaté que a través de ellos habíamos realizado un viaje por las diferentes fases emocionales derivadas del confinamiento, por lo que me puse a investigar y hallé un estudio chino que hablaba de las siete fases emocionales producidas por el confinamiento.
En la primera, INCREDULIDAD, el temor se adiposita, junto a la confusión. No estamos preparados emocionalmente para gestionarlo. Algunos ejemplos de mensajes: “Miedo compulsivo”, “Confusión profusa”, “Temor radiactivo”…
La segunda, PREPARACIÓN, en la que se produce una “elasticidad del tiempo. El físico teórico Carlo Rovelli dice que, aunque el tiempo desaparece en escalas pequeñas, somos capaces de percibir los eventos más diminutos porque ocurren secuencialmente. Esto es lo que la entropía hace posible, que contrario al supuesto orden del tiempo todo se desordene y camine a su propio ritmo. Traducido en sensaciones es “fluir del tiempo”, en esos momentos en lugar de disfrutarlo, sentíamos que lo sufríamos. Mensajes como “Losa temporal”, “Serpenteo lento de minutos ociosos”, “Aburrimiento endémico”.
La tercera, AJUSTE , en la que se percibía que había ajustado nuestro día a día a las restricciones, adaptando nuevas rutinas. Mensajes tales como “Hiperactividad laboral”, “Objetivos cortoplacistas”, “Anhelo de nuevos proyectos vitales y laborales”
La cuarta, ACLIMATIZACIÓN, en las que se afianzan las nuevas rutinas y se empieza a buscar maneras de hacer frente a los retos que comporta el confinamiento como el aburrimiento o el contacto familiar, aquí lo que más me llamo la atención fue un mensaje que me pareció resumir estas vivencias de esta fase “Preparado para con-vivir productividad con los compañeros por Teams, amor rebosante con la familia por videollamadas y con los amigos por video-copas energizantes” Tenía un aire triste, sin
embargo demostraba una resiliencia eficazmente gestionada en todos los ámbitos de su vida.
Me di cuenta, que releyendo cronológicamente los mensajes guardados, nuestra organización iba por la quinta, así que debía esforzarme en diseñar nuevos procesos para poder ayudar a la plantilla a atravesar las dos últimas, ALIVIO y TEMOR, de la mejor manera.
Fases muy complicadas porque vivimos en una montaña rusa de emociones que nos terminan generando un terrible TEMOR . En la que el pesimismo se cuelga de nosotros arrastrándonos durante meses. Nos carcome la preocupación.
Aunque me habían contratado para Implantación modelo VUCA de forma transversal, esta situación pandémica había hecho temblar todo tipo de tendencias y se estaba produciendo un cambio de paradigma a una velocidad brutal y muy agónica.
Fui consciente de que el mañana es líquido, lo sólido se encuentra en lo que construyes hoy, por lo que este pensamiento me hizo proyectar un nuevo enfoque en la organización, nos prepararíamos para lo que llegara, pero primero había que averiguar que era eso que estaba por venir.
El JARDÍN ENMASCARILLADO había dado sus frutos. Fue un feedback increíble de una plantilla que, aún estando bien, no se sentía bien. Por verlo de manera positiva, porque así soy, habíamos conseguido la mitad de nuestro objetivo. Estábamos bien (Being well) pero nos quedaba el sentirnos mejor (feeling better) y eso es lo que trabajaríamos en los meses venideros.
La situación coyuntural había modificado el mapa cotidiano de prioridades individuales y estilos de vida. Con muchísima incertidumbre y ambigüedad, las empresas estábamos empezando a reconsiderar nuestras estrategias para hacer frente a este “momento”.
Nos pusimos manos a la obra para buscar el equilibrio y empezamos a trabajar en el HOT DESKING, buscando la forma óptima entre trabajo en casa y en la oficina. Implantando en la empresa espacios multipropósitos y ayudando a los colaboradores, con el trabajo a distancia (teletrabajo hasta ahora), una modalidad “feliz y saludable desde casa” . Es decir un modelo híbrido.
Enfocando nuestros esfuerzos en una Migración Digital hacia el mundo hiperconectado buscando el equilibrio del bienestar INTEGRAL y TRASNSVERSAL de las personas que componemos la organización.
La crisis ha conseguido que las áreas de Gestión de personas , aprendan a escuchar más atentamente, empatizar porque estamos viviendo todos la misma situación y sobre todo a gestionar las emociones evolucionadas por las diferentes eso ha marcado un antes y un después, sobre todo desde el punto de vista de la “velocidad” de implantación y desarrollo de este futuro inmediato.
Cuando no puedes vivir una historia feliz, INVÉNTALA y eso es lo que hicimos en nuestro imaginario. Nos trasladamos de un pasado frenético en los últimos años, corriendo en el camino a esa temible simbiosis digital, viajando por rutas empedradas que nos ha ido preparando al “internet de las cosas”. Ese internet y esas cosas que nos cambiarán, aún mas, la vida en unos años.
Hemos estado enfrascados en la Gestión de Datos, en el cloud, en los ERP (Enterprise Resource Planning), en el EPM (Entreprise Performance Management) y en el BI (Business Inteligence). Sin embargo este presente distópico, que apareció de repente, arrasador de emociones y potenciador de ira, que nos trajo un letargo del aprendizaje académico, aunque nos inundó de un profundo conocimiento vital propio y del entorno, nos fue preparando para un futuro, que se transforma sólo en la inmediatez, en tejer felicidad momentánea para disfrutar de ese mañana cercano, que será esperanzador, creativo, caótico, que nos elevará y nos precipitará diariamente a vivencias y sentimientos distintos , a veces dicotómicos, a veces complementarios.
Es increíble, que suerte hemos tenido en los departamentos de RRHH de poder aprender a manejar esta situación.
Muchos retos, muchos objetivos emocionales difíciles de gestionar, muchos fracasos y millones de éxitos. El director, como yo lo llamo, “Gestor del momento presente para el éxito productivo del futuro” tiene una tarea complicada para el “ahora expansivo” que es nuestra realidad.
Os dejo con la frase: “Deja que tus esperanzas, y no tus heridas, den forma a tu futuro” (Robert H. Schuller)
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