La pandemia ha supuesto una gran lección para las empresas. Aparte de acelerar la digitalización y la reinvención de los modelos de negocios, en muchas ocasiones, ha enseñado cómo el teletrabajo funciona. De hecho, según el INE, la productividad de los teletrabajadores mejora entre un 5 y un 25%.
El teletrabajo ha ayudado también a mejorar la conciliación de los trabajadores. Por ejemplo, al no tener que desplazarse a la oficina han ahorrado tiempo en atascos, lo cual en 2020 en Madrid se cifraba en 69 horas encerrados en un coche. Esto, a su vez, ha tenido un impacto directo en la mejora de la congestión y calidad del aire de las ciudades. De hecho, durante la pandemia se ha registrado la caída más drástica de emisiones de gases procedentes de los vehículos de transporte por carretera. En España, se han reducido un 32% los gases de efecto invernadero, respecto a los datos de 2019, en los meses de confinamiento estricto.
Con el fin del estado de alarma y la vuelta progresiva a las oficinas, se plantea una oportunidad para las empresas de integrar la movilidad de sus empleados dentro de su estrategia de sostenibilidad y, de este modo, compensar y reducir las emisiones de gases nocivos. Actualmente, el compromiso de las empresas por reducir su huella medioambiental y promover la sostenibilidad es un pilar fundamental de la mayoría de políticas de RSC, y, por ello, tiene sentido que la movilidad sostenible se convierta en un área transversal y estratégica para ellas. Además, según el estudio “Movilidad urbana en Europa: Las políticas de movilidad se están adaptando a una nueva realidad” de FREE NOW, el 46% de los gestores de viajes consideran que el eslabón más débil de su política de movilidad es la sostenibilidad, lo que demuestra las posibilidades de mejora.
En este sentido, hay varias áreas de actuación en las que las empresas pueden trabajar. Primero, establecer una política de movilidad sostenible adaptada a las necesidades de la empresa, que tenga en cuenta diferentes parámetros, como el número de empleados, el número de viajes realizados al año, la frecuencia de los viajes, los destinos, etc. La segunda opción que poco a poco está irrumpiendo en nuestro país es la retribución por movilidad, que contribuye a la movilidad sostenible y tiene ventajas tanto para la compañía, como para los empleados gracias a la retención de talento y aumento de la felicidad de los mismos. Por último, apostar por el uso de vehículos sostenibles como los modelos eléctricos, el uso de carsharing o incluso los viajes en motos o bicicletas eléctricas, así como adecuar los espacios de aparcamiento a estas nuevas modalidades de transporte, con lugares de recarga y de estacionamiento para vehículos de dos ruedas.
Más allá de la estrategia de RSC de la empresa, las políticas de movilidad sostenible ayudan a alcanzar los ODSs del Acuerdo de París y están alineadas con la regulación local, que lucha por crear ciudades con una movilidad eficiente y con un bajo o nulo impacto medioambiental.
También, fomenta las relaciones con los empleados, los cuales dan cada vez más importancia a la sostenibilidad, según el estudio de FREE NOW for Business. Así lo revelan los datos, dado que el 28% de los españoles, que se desplazan por motivos laborales, confirman que el cuidado al medio ambiente está entre sus tres prioridades a la hora de elegir el transporte terrestre en sus viajes de empresa.
Por último, no debemos olvidar que todas estas acciones tendrán un alto impacto en la reputación de la propia marca e incluso, a largo plazo, repercutirá en los beneficios económicos de la empresa.
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