Todos podemos ser creativos, pensar “fuera de la caja”, con un poco de práctica. Desarrollar esta habilidad contribuye a encontrar soluciones diferentes ante desafíos previstos o inesperados, así como a impulsar la innovación y el crecimiento de las organizaciones en las que trabajamos.
La creatividad no solo se trata de encontrar una solución distinta -o insólita- ante un determinado problema o situación, sino también a traspolar soluciones de otros negocios o mercados, incluso combinar alternativas conocidas (tal vez nunca combinadas antes) ante un nuevo desafío.
La pandemia obligó a muchas empresas a repensar su negocio, reformular procesos, replantear la forma como venían haciendo las cosas; y esto sucedió a nivel de productos y servicios.
El Foro Económico Mundial incluye la creatividad entre las 10 habilidades clave que deberán tener los trabajadores para el 2025, junto con otras como “pensamiento analítico e innovación” y “solución de problemas difíciles”. Esto surge porque el escenario actual de los negocios es muy dinámico y cambiante. Nuevos problemas en nuevos escenarios deberemos resolverlos de otra manera.
La creatividad se puede cultivar y desarrollar. Van 10 tips para ejercitar esta habilidad:
- Cambiar la rutina. El cambio nos saca de la zona de confort y nos hace ver el entorno de otra forma, con otros ojos. Los cambios son estímulos que nos obligan (consciente o inconscientemente) a pararnos desde otro lado ante una situación. El cambio ayuda a “salir de la caja” y pensar distinto.
- Reformular 10 veces la misma pregunta. Es bueno pensar cómo decir algo de diferentes maneras, buscar sinónimos o analogías para explicar o expresar la misma idea. Este ejercicio es muy enriquecedor; no solo estimula la creatividad sino la comunicación con los otros. ¿Cómo se puede mejorar la customer experience? Podemos abordar el tema desde diversas aristas, y así llegaremos a tener una perspectiva 360 de la situación, de los gustos y las necesidades del otro para encontrar la respuesta más satisfactoria.
- Volver a lo analógico. Lo vimos en el punto anterior. Servirse de analogías para explicar algo, recurrir a los ejemplos, no solo es válido sino muy enriquecedor. Algunas veces hay que recurrir a los viejos métodos, las viejas formas de hacer las cosas, para volver a descubrir su esencia. Tomar nota con un lápiz sobre una hoja, hacer dibujos o diagramas para expresar ideas; todo es válido y contribuye a desarrollar la creatividad, a que fluyan nuevos pensamientos, nuevas formas de abordar los temas.
- Hacer borradores propios. Realizar bocetos, plantear las ideas centrales de una estrategia, elaborar borradores que lleven a la idea principal ayuda a ser más creativos, relacionar conceptos, interconectar elementos que aparentemente no tienen relación. Ese borrador puede tener garabatos, ser desprolijo, tener flechas que unan ideas. Todo contribuye a concebir nuevas ideas, nuevas relaciones.
- Sumergirse con los 5 sentidos. Hay que investigar, estudiar sobre el tema que haya que abordar; es la única forma de entenderlo y poder “ver” las distintas aristas de una situación. Y hay que utilizar los 5 sentidos, “vivir” esa situación. Esto sucede, por ejemplo, cuando uno quiere conocer un lugar: mira fotos de sus paisajes, lee sobre sus costumbres, su economía, los platos típicos, su música, su literatura, etc. Es la mejor forma de “conocer” verdaderamente ese lugar, de “hacer contacto” y entender todo el panorama.
- Diversificar los intereses. Es muy estimulante aprender cosas nuevas: idiomas, cocina, un instrumento musical, visitar un museo, ir a un lugar que no hayamos visitado antes. Lo nuevo abre la mente, trae nuevas ideas, nuevas estructuras lógicas (principalmente los idiomas y todo lo relacionado con arte). Incluso, hasta se pueden explorar temas que (antes) nos parecían aburridos o imposibles de entender: cómo funciona un motor, la dinámica de una mina de oro, la línea de producción para elaborar cierto elemento, etc. El conocimiento sobre diversos temas ayuda a pensar distinto, a llevar ideas de una industria a otra, ¡y que funcione!
- 7. Participar en conversaciones incómodas. Generalmente, tendemos a estar con gente con ideas y experiencias similares a la nuestra… Pues hay que buscar personas con otras ideologías, escucharlos, entender su lógica, conocer sus gustos, descubrir qué los motiva. Se trata de momentos muy enriquecedores que, seguramente, van a plantearnos una mirada diferente de las cosas (distinto de lo que estamos acostumbrados); y en esa pluralidad surge la creatividad, aparecen soluciones inesperadas.
- Llevar un diario de ideas. En el libro El camino del artista, Julia Cameron recomienda tomarse unos minutos cada mañana para escribir en papel todos nuestros pensamientos: desde lo que soñamos esa noche hasta las tareas pendientes para ese día. Sin orden, sin estructura, sin una correcta sintaxis. Las llama “páginas matutinas” y han sido de gran utilidad para destrabar el potencial creativo tanto de músicos y escritores como de líderes de negocios. Esta actitud reflexiva nos mantiene alerta con el entorno y agudiza nuestros sentidos para percibir oportunidades inexploradas, nuevas ideas y formas de hacer las cosas.
- Desarrollar la propia conciencia plena. No es ni más ni menos que prestar atención a lo que sucede, ser curiosos, estar atentos. Hacer ejercicios de meditación e introspección colaboran con el conocimiento de uno mismo y, a la vez, de lo que nos rodea, ayuda a entender nuestro comportamiento ante ello. Desarrollar la memoria, promover el brainstorming (propio y con otras personas) ante determinadas situaciones. También, por qué no, “desconectarse” de situaciones que parecen no tener solución, abstraerse, dar una vuelta, dormir una pequeña siesta y regresar con la mente “fresca” a repensar una alternativa para superar el obstáculo.
- Verificar si los procesos están reduciendo nuestra creatividad. Shambaugh asegura que “la innovación no es impulsada ni por los procesos ni por los sistemas, sino por el talento humano”. Por ello, señala que hay que estar atentos para detectar cuándo estamos siendo acorralados por nuestros propios procedimientos. “La confianza creativa, el impulso de los individuos y la inteligencia de los equipos es lo que lleva a las compañías a nuevas fronteras, lo que revela un mundo mejor e impulsa el desempeño de una organización”.
La creatividad es un activo muy valorado en las organizaciones y en las sociedades en general. Olvidemos el mito de que hay gente “creativa” y gente que no lo es. Todos podemos desarrollar esa habilidad y ser innovadores a la hora de afrontar desafíos personales y laborales. Solo es cuestión de proponérselo y practicar.
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