La gran cruz de ser millennial ha sido oír constantemente el mantra de lo importante que es estudiar o aprender idiomas para animarnos a los jóvenes a labrar nuestro futuro mediante la constancia de estudiar, aprobar y hacer cada día los deberes. Durante décadas nos han ido señalando el camino que hay desde la guardería hasta la universidad como la principal autovía hacia nuestro éxito profesional y personal. Todo esto podría tener sentido hace un par de décadas, pero ¿qué piensan aquellos que con apenas 30 años han pasado por dos crisis que han cambiado totalmente el panorama laboral? ¿cómo debemos preparar a las nuevas generaciones de españoles ante un futuro digital e incierto?
La generación Z es la que ahora mismo está empezando sus primeras prácticas y la que todavía llena las aulas de primaria y secundaria, una generación que, aunque domina los idiomas más que ninguna otra en nuestro país, parece que seguirá condicionada por un mercado laboral y unos procesos de selección que siguen algo anclados en el pasado, sin dar importancia a las cualidades más humanas de los candidatos.
Lo que sí está cambiando es el tejido empresarial, que lleva años creando puestos de trabajo que hasta ahora no existían y para los que todavía no existe una formación concreta. Ese es el objetivo de compañías como la nuestra, dar una formación complementaria que aproveche al máximo el potencial de cada estudiante con el fin de prepararles para los oficios del mañana, puestos de trabajo para los que no será suficiente tener una buena y completa formación académica.
El entorno empresarial cuenta cada vez con más startups de rápido crecimiento que buscan crear equipos de alto rendimiento para dar respuesta de manera óptima tanto a nuevos clientes como a los propios inversores. El compromiso de cada candidato, así como su flexibilidad y su capacidad para adaptarse a nuevos entornos, son algunos de los mejores atributos para construir una cultura empresarial desde cero.
Aquí entran en juego las llamadas soft skills, una demanda real tanto desde las empresas como por parte de los trabajadores en búsqueda activa. Atributos como la creatividad, la comunicación, las dotes de liderazgo, la autonomía a la hora de trabajar, la capacidad de trabajar en equipo, la resiliencia e, incluso, la gestión del estrés y del tiempo, son factores fundamentales que los profesionales de los recursos humanos debemos priorizar a la hora de afrontar unos procesos de selección que tienen que ser cada vez más ágiles.
La contratación ágil debe ser sin duda otro pilar para recruiters de todos los sectores, que deben ver una oportunidad en el desempleo generado por la pandemia, haciendo que el peor momento para buscar empleo sea el mejor momento para contratar profesionales cualificados. En este sentido, es importante luchar contra el estigma del parado, acabar con los procesos establecidos que hacen que muchos candidatos que están en paro no se atrevan a participar en nuevos procesos debido a su condición.
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