Desde el inicio de la crisis del Covid-19 no hace falta mencionar que nuestras vidas han cambiado por completo. A poco más de un año entre cuarentenas y restricciones, la vacunación avizora un horizonte de esperanza y vuelta a la normalidad. Sin embargo el nuevo interrogante es ¿cómo vamos a enfrentar las secuelas sobre la salud mental?
No poder salir de casa durante meses, la pérdida de fuentes laborales, drásticos cambios en la cotidianidad y, en el peor de los casos, haber vivido de cerca la pérdida de un ser querido o haber transitado el coronavirus. Estas son solamente algunas de las experiencias que millones de personas han atravesado durante 2020.
Convivir con un virus potencialmente mortal que obligó al 92% de la población mundial, según la OMS, a modificar su estilo de vida sin dudas implica lo que muchos especialistas no temen definir como “trauma colectivo.”
De acuerdo a la “Wellbeing Survey”, un reporte sobre bienestar laboral llevado a cabo en el año 2019, ya reflejaba que un asombroso 71% de los españoles y españolas, aseguraban vivir bajo lo que se conoce como “estrés laboral crónico”.
Hoy en día y, de cara a los múltiples focos de inestabilidad que enfrentan los trabajadores, esas cifras se han incrementado sensiblemente. Según los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud, de 130 países que se tomaron como muestra, el 93% cuenta son sus servicios de salud mental afectados por un incremento en la demanda.
En el mismo sentido, un estudio conducido por la Confederación Salud Mental España, evidencia que durante los meses de la cuarentena estricta en 2020, los pensamientos suicidas aumentaron entre un 8 y un 10%. Sobre todo en la población de adultos jóvenes (25-40 años).
En un contexto de este tipo, las empresas y más específicamente aquellas personas que se encargan de administrar los recursos humanos, cobran un rol de enorme importancia. Al mismo tiempo, deben dar batalla a la titánica tarea de gestionar trabajadores en un contexto histórico por demás complejo.
Por lo tanto, nunca como en este momento, ha sido tan importante tener una visión que apunte a la “gestión humana” de las personas, por encima de la noción unidimensional de trabajadores como meros recursos sin más.
El gran desafío de rrhh de cara al 2022, será el de pensar en formas de reconocimiento y experiencias que aporten valor agregado a los trabajadores. Que contribuyan a su salud física, emocional y psicológica dentro de la medida de las posibilidades. Y que, al mismo tiempo, aporten a su crecimiento profesional y personal.
Si observamos las tendencias en recursos humanos, existen afortunadamente, una amplia variedad de herramientas que podemos utilizar para este fin. El big data, o simplemente la capacidad de recopilar, almacenar y analizar datos sobre los trabajadores es, por ejemplo, una buena manera de detectar puntos de dolor en la gestión.
Las evaluaciones de desempeño y encuestas de bienestar, en el mismo sentido pueden orientar a las organizaciones acerca de cómo incentivar la motivación laboral y fomentar la productividad.
Estos instrumentos se convierten en poderosas armas para monitorear y combatir el estrés laboral de los trabajadores, contribuyendo a la optimización del employee experience dentro de la compañía.
En diferente sentido y aunque a menudo no son tenidos en cuenta, contar con planes de reconocimiento es siempre una idea interesante cuando se diseñan políticas de empresa orientadas a conservar el talento, más allá de la retribución salarial.
Y, como no podía ser de otra manera, el teletrabajo que se ha convertido en el protagonista indiscutido del mundo laboral durante los últimos dos años, tiene que ser el eje principal sobre el cual se construyan nuevos usos, costumbres y políticas de empresa.
La gestión en remoto, la digitalización en general y la automatización de procesos diarios en particular, forman parte de esta crisis/oportunidad que llegó a revolucionar los recursos humanos. Aquello que hace no demasiado tiempo podíamos ver en películas de sci-fi, hoy se ha convertido en parte del día a día de millones de personas que atravesamos la “nueva normalidad”.
Como agentes de cambio insertos en el tejido social y productivo, las empresas y quienes gestionan los rrhh en ella, tienen la posibilidad de crecer en un escenario desfavorable, siempre y cuando puedan aprender a nutrir a su capital humano.
Una visión de tipo “360” que contemple la esfera profesional, emocional y psicológica del trabajador, se convierte en un punto de partida obligado en el contexto actual y que interpela a la realidad de todos los actores involucrados.
Nunca como en este momento contamos con tantas herramientas especialmente desarrolladas para poder interpretar la realidad y tomar mejores decisiones de negocios basadas en datos. Y este, sin dudas, debe ser el punto de partida desde donde surjan todas las iniciativas apuntadas a la gestión de las personas preservando su salud mental en el trabajo.
Reforzar el concepto de la centralidad humana en las organizaciones es de vital importancia, ya que sin personas no hay compañías posibles.
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