¿Qué cualidad deberán enfatizar los líderes empresariales durante 2021? La respuesta seguramente es la del trabajo colaborativo con sus equipos. La vida corporativa sufrió en 2020 el efecto de la pandemia y la urgencia de que millones de empleados tuviesen que quedarse a trabajar desde sus hogares. Muchas empresas han superado la prueba satisfactoriamente, pero han estado viviendo con un capital social y emocional acumulado durante los años previos, y en 2021 será necesario alinear dicho capital.
Muchos directores y mandos intermedios todavía están sorprendidos de lo bien que ha funcionado en sus empresas la experiencia del teletrabajo. Mejor dicho, un experimento del trabajo a distancia. Hasta 2020 distintos estudios señalaban que aquellos profesionales que trabajaban estaban aislados del ecosistema de oficina, quedaban “olvidados” e incluso muchos de ellos empezaban a verse como empleados de segunda clase.
Con la llegada de la pandemia todos nos encontramos en el mismo “barco”, o mejor dicho, en la misma sala de estar. Las organizaciones han visto que los profesionales pueden continuar manteniendo su productividad alejados de su puesto de trabajo fijo o flexible en la oficina. Un estudio del National Bureau of Economic Research indicó que aquellos profesionales que trabajaban a distancia dedicaban una hora extra al día comparada con aquellos que lo hacían desde su lugar de trabajo habitual.
El cambio organizativo funcionó porque los empleados conocían cuáles eran sus roles, sus responsabilidades y lo que la empresa esperaba de ellos. No había problema en realizar la reunión semanal online, las discusiones y el intercambio de información y comentarios en tiempo real, podía hacerse vía Whatsapp o Noysi, los directores y CEOs conocían las fortalezas y debilidades individuales de cada uno de sus empleados y de este modo sabían quién requería mayor o menor atención.
El conocimiento acumulado y el espíritu colectivo en riesgo
Sin embargo, con el paso del tiempo esta coherencia puede haberse deteriorado. Organizaciones y empleados afrontan nuevos retos y necesitan encontrar nuevas formas para solucionarlos.
Muchas empresas han incorporado a gente nuevos empleados en sus plantillas durante el cierre de sus oficinas y muchos empleados antiguos han cambiado de funciones. De este modo gran parte del conocimiento acumulado no podrá compartirse y deberán desarrollarse nuevas formas de trabajo. Y, por supuesto, será necesaria una forma de colaboración mucho más cercana de la que puede darnos una videoconferencia.
A veces la productividad tiene en la casualidad un elemento destacado, la información recibida de alguien alejado de nuestro grupo de trabajo puede contribuir a la mejora de los procesos. Está claro que los momentos “café” no pueden darse si trabajamos desde casa.
Si además, los empleados se apoyan sólo en la relación directa con los miembros de su equipo de trabajo más cercano, determinados elementos relativos a la productividad se verán afectados. Que el equipo comercial no contacte con el de operaciones, por ejemplo, es negativo para la cadena de valor. Esta falta de interacción, digámosle informal, puede afectar a la salud de la compañía.
Nuevas prácticas para nuevos tiempos
Éste es uno de los motivos por el que durante 2021 muchas empresas van a intentar recuperar su espíritu colectivo. Y, aunque los empleados no vuelvan a la oficina para realizar su jornada completa, seguramente verán cómo se les invita a acudir a ella varios días por semana, no sólo para trabajar con sus compañeros más directos, sino también para interactuar con otros colegas, crear y colaborar de otra manera, tal vez sin una jerarquía directa, logrando crear una nueva organización: algo de unos y otros o, mejor dicho, de ellos y nosotros.
Esto supondrá la llegada de unas versiones a distancia de los días de empresa, aquellas jornadas dedicadas a conocerse mejor y a romper barreras entre los distintos departamentos. Los afterworks virtuales se están dando ya, incluso algunas empresas están enviando a sus trabajadores vino o cervezas a su casa para fomentar su participación. Otras están promoviendo scape rooms, karaoke, o sesiones de yoga que los propios empleados están completando dentro de sus casas.
Muchas empresas están haciendo encuestas a sus empleados para detectar el nivel de motivación y si tienen la moral alta. Los departamentos de recursos humanos y por supuesto los facility managers van a tener un gran trabajo extra durante los próximos meses. Los primeros, entre otras funciones, para solventar en la distancia los choques de personalidades que se dan en algunas organizaciones. Los segundos, para facilitar que los profesionales puedan trabajar de la forma más adecuada desde sus casas.
Un riesgo que podría darse a medio plazo es la aparición de dos culturas en una misma empresa, como ha pasado en la economía de plataformas, la gig economy, en que la fuerza de trabajo está repartida entre un reducido número que engloba el núcleo y un mayor número de empleados subcontratados, no dándose ningún tipo de relación entre ambos colectivos.
La pandemia puede crear también otra división cuando los empleados más veteranos se quedan trabajando desde casa y los más jóvenes que sí van a la oficina no pueden crear vínculos profesionales para continuar progresando dentro de la empresa. En definitiva, el espíritu de equipo va a ser más difícil de crear a partir de ahora dentro de las empresas.
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