El trabajo te hará libre. Esta grotesca y cínica frase daba la bienvenida en algunos de los campos de exterminio nazis. Podemos comprender bien el proceso de deshumanización que se seguía en estos campos, entre otros, a través de los recuerdos de Viktor Frankl en su libro inicialmente titulado “Un psicólogo en un campo de concentración” y que alcanzó el éxito cuando le cambió el nombre por el que conocéis de “El hombre en busca de sentido”.
Viktor dixit: el objetivo de todos los prisioneros, en medio del horror, era sobrevivir un día más a la falta de comida, al trabajo agotador, a la ruleta que te podía mandar a las duchas en lugar de los campos de trabajo. El hambre campaba a su alrededor a todas horas, y «el afán de procurarse alimentos era el instinto primitivo dominante alrededor del cual giraba el resto de la vida mental». Sólo sobrevivían los que, endurecidos por el paso del tiempo y perdido ya cualquier escrúpulo, buscaban por cualquier medio el alimento. Se llega a leer que “los mejores de nosotros no regresaron a casa”.
Hay un abismo entre un campo de concentración y cualquier empresa. Pero ¿cómo reaccionamos a la presión? Yo no soy capaz de creer en la maldad absoluta y voluntaria. Es decir, me cuesta creer que nadie se levante pensando que va a machacar inmisericordemente a todo el que se cruce. No soy por tanto maniqueo, como cuenta el enorme Fernán-Gómez, pero si soy observador y veo cómo reaccionan las personas ante un error, un problema, o también un acierto o un logro. Y de todo hay en la selva, pero si hay quien reacciona tapando u ocultando, buscando su beneficio aún a costa del perjuicio de quien en ese momento no tiene otra oportunidad. Tampoco caeré en el tópico de decir que todos los jefes son unos cretinos y todos los empleados de a pie ejemplos de vida santa. Pero si es verdad que según subes la montaña el viento aumenta e impide crecer a los árboles que si pueden abundar en la falda de la montaña donde es más fácil esconderse o protegerse. Es cierto, por tanto, que estás más expuesto y en el camino a la cumbre cualquier racha de viento inesperada te puede borrar del mapa. Por eso es mejor nunca escalar solo y subir, unido en una cordada, con un equipo que suban contigo mientras tu escalas.
Pero siempre hay que ver las dos caras de la moneda, difícil en este mundo biempensante dirigido por Mr.Wonderful. González-Ruano, tan genial como controvertido, dicen que recibió este consejo del colombiano Vargas Vila y él a su vez parece que lo transmitió al marqués de Castellbell: «Hágase usted fuerte en sus vicios, sea orgulloso y administre y exalte sus defectos. Es el modo de triunfar […] y sobre todo, oiga bien lo que le dice un viejo: siembre odios. El odio da vida al que es odiado».
Nadie, creo, votará hoy ser de los tigres de Vargas Vila. Nadie confesará haber fusilado para seguir en la pomada, haber tomado prestadas medallas ajenas, ser rico en la cólera y lento en piedad. Y la verdad, cabrones pata negra, aunque pocos, alguno he visto en mi vida. Haberlos haylos. Desde HR ves mucho jefe, propio y ajeno, y ahí se incluyen aquellos que, llegado el momento, no se han detenido. Y lo contrario, que algunos ejemplos de gallarda generosidad también he visto. Mucho que hablar sobre qué rol asumimos nosotros (HR) en estos casos también. ¿Advoctus Diaboli o Promotor Iustitae?
Once again, ¿tigres o leones? ¿Algún tigre en la sala? ¿Todos leones?
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