Diciembre. Normalmente entre comidas, cenas, puentes y fiestas, el mes pasaba volando y el año estaba hecho. Este año, obviamente, va a ser distinto me temo. Menos comidas, pocas cenas y no creo que ninguna copa de Navidad dejaran su aportación en la lorza navideña. Pero hagamos de la necesidad virtud y aprovechemos para lo que antes no se hacía y ahora se hace aún menos. ¡Pensar!
Que sí. Que hay incertidumbre y el panorama pinta regular. Que no sabemos que pasará, que misterio habrá, si puede ser nuestra gran noche. Pero hay que recordar también que en el Arte de la Guerra se dice que en el medio del caos siempre hay oportunidad. Pero estas oportunidades no suelen llegar solas. A veces sí, no lo niego, pero mejor que la inspiración, la suerte o la oportunidad te pillen trabajando.
Para eso hay que tener un cierto plan de hacia dónde quieres ir y a qué prefieres dedicar las horas, pocas o muchas, que tienes libres al día.
Os cuento como lo hago yo, aunque no sé si os será de ayuda. Cada cual tiene que buscar su manera. Todos los años dibujo una circunferencia en una hoja y lo divido en cuatro para pensar como estoy y como mejorar en cuatro aspectos. Intelectual: lifelong learning o educación permanente. Única opción si no quieres convertirte en una pieza de museo. Poco más que añadir. El segundo es el físico, mantener el cuerpo activo y aquí incluye no sólo ejercicio sino alimentación, sueño. Otro es el Social. Cuánto tiempo quieres dedicar a tu pareja, a tu familia, a tus amigos, o si quieres conocer gente nueva que te hagan tu mundo más grande. Y el último es el espiritual. Puede ser yendo o volviendo a la Iglesia o haciendo yoga y meditación. Lo que te sea de ayuda, pero dale de comer a esa parte que tienes que te permite estar a solas contigo sin aburrirte.
En paralelo también hay que reflexionar sobre el trabajo, sobre todo cuando no lo necesitas. Yo siempre tengo en mente intentar empezar o mantener 3 planes. Uno es el Plan A: tu trabajo por cuenta ajena, fuente habitual de ingresos y al que debes dedicar el 80% de tu tiempo de trabajo y esfuerzo. Pero no el 100%. Tienes que dejar un poco de espacio para desarrollar y probar, otros dos planes. Plan B: es algo que se retroalimente con el Plan A. Lo habitual puede ser la docencia, o la escritura relacionada con tu trabajo. Y el Plan C, que es algo que no tenga absolutamente nada que ver con A ni B. Intenta evitar la unidimensionalidad de Marcusse.
Al ponerlo en un papel puedes ver si tu vida está equilibrada. Si no lo está, reserva espacio en el calendario para correr, para tomar un vino o para callarte y estar contigo mismo un rato. Y si está en el calendario hay que respetarlo.
No te diré que los objetivos sean SMART (ya sabes, específicos, medibles…). Tampoco te diré que tienen que ser lo suficientemente flexibles para poder mantenerse en el tiempo. Sólo te diré que, aunque llegar es el destino, no hay que apresurar el viaje, porque cuando llegues descubrirás que Ítaca no tiene nada que ofrecerte, pero con suerte, entenderás ya lo que significa.
Once again, tu eres de planificar o de que la vida te sorprenda. ¿Tú de quién eres? ¿De los tigres o de los leones?
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