De cuando en cuando aparecen artículos del tipo: las personas exitosas se levantan a las 5 am, o corren 10 kilómetros diarios, se duchan con agua fría, leen 50 libros al año… y así con ideas más o menos peregrinas llevan al convencimiento de los ávidos lectores que para tener éxito no tienen más que madrugar, pongamos por caso. Además, atando sencillos cabos, vendrá el refranero en su ayuda y habrá descubierto la alquimista piedra filosofal que les permitirá convertir todos los metales en oro, y su vida, en fantasía. Yo imagino, o al menos quiero imaginar, que en el fondo se dan cuenta que lo que convierte a estas personas, de la fábula moderna, en lo que consideran ser exitoso, mucho que discutir ahí también, es la fuerza de voluntad para dejar la cama, o el dolce far niente, y ponerse a trotar, a leer o a lo que sea. Pero hay un problema. La fuerza de voluntad ya no existe. No sé en qué momento de la historia reciente se sustituyó por algo más mágico, más poderoso y, sobre todo, algo que elimina la responsabilidad del sujeto. Ya no es que yo prefiera quedarme en la cama, sino que no estoy motivado para salir de la cama a esas horas. ¿Y quién me tiene que motivar? ¿Yo mismo? Claro que no. Mi jefe, mi empresa, la sociedad, mi pareja, mis amigos. Y como no lo hacen, que culpa tengo yo de no hacerlo. Teniendo la excusa, se elimina la responsabilidad y la culpabilidad se traslada.
Pues querido bípedo implume que lees esto. Si quieres conseguir hacer las cosas que te propones cada septiembre o cada enero, cada vez que cumples años o cuando empieza a tronar, no te queda otra. En mi colegio ponía en bonitas letras: ¿Quieres ser bueno? Con que lo quieras basta. Tarde tiempo en entenderlo. Y me parece que tiene relación con esto.
Si eres capaz de levantarte e irte a correr a una hora en la que nada invita a hacerlo, tendrás la fuerza suficiente para hacer la siguiente tarea y cumplirla. ¿Quieres hacerlo? Con que lo quieras basta. Ahora, eso sí, tienes que querer.
Et dixi nunc coepi es otra manera de decir, pues a ello, vamos allá, vamos a empezar.
Y una última cosa. Necesitas un plan para saber qué cosas quieres hacer y por qué quieres hacerlas. Pero eso te lo cuento otro día.
Partidarios de la fuerza de voluntad suelen afiliarse también a la cultura del esfuerzo. Los seguidores de la motivación suelen estar más en la órbita de la felicidad. Ambos buscan lo mismo, pero lo buscan en sitios distintos. ¿Y tú de quién eres? ¿De los tigres o de los leones?
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