Si en octubre del año 2019 se hubiera planteado a Directivos y Responsables de RRHH, la necesidad de adecuar sus plantillas al teletrabajo en apenas semanas o incluso días, seguro que habrían tomado por loco a quien les hubiera situado ante tal perspectiva.
De igual modo, si un año más tarde, les preguntaran por cual ha sido el reto o el objetivo más ambicioso al que han tenido que hacer frente a lo largo de su carrera profesional, muchos de ellos, sin duda, nos contestarían que esa adaptación al teletrabajo que de forma precipitada tuvieron que llevar a cabo en cuestión de pocos días en marzo del presente año.
Pero lo irreal en ocasiones se materializa de forma inesperada, obligándonos a adaptarnos a la nueva situación en un breve espacio de tiempo, sin apenas poder pararnos a plantear sus ventajas e inconvenientes, poniendo a prueba a los profesionales que deben ejecutar esas medidas con la incertidumbre propia de moverse en un terreno totalmente desconocido y, en el presente caso, sin conocer su duración y alcance.
Es, en situaciones como esta, en la que el papel de los Directivos de RRHH cobra una especial importancia, ya que deben dibujar nuevamente y de forma ágil el plano de recursos humanos de su empresa. Valorar, analizar y diseñar una política que se adapte a la nueva situación y, en cuyo centro, se incardine el teletrabajo.
Un teletrabajo que se ha introducido en las empresas de una manera atropellada, sin obedecer a políticas estudiadas sino a la necesidad de adecuar los medios de producción a la crisis sanitaria del Covid 19, teniendo que establecerse una estructura idónea en la que combinar la máxima eficiencia de los puestos de trabajo con la adaptación a la legislación vigente, sin contar con guías o modelos a seguir.
Es cierto que ya existían en nuestro país empresas que tenían implantada una política de teletrabajo bien a jornada completa o bien a tiempo parcial, pero lo que no existía era una implantación global de teletrabajo a nivel nacional. Por ello por lo que no puede hablarse del teletrabajo como un nuevo modelo, en sentido estricto, pero desde un punto de vista práctico podemos afirmar que nos hallamos ante un nuevo modo de concebir las relaciones laborales.
Y, ante esta realidad, cabe preguntarse ¿es el teletrabajo un reto o una oportunidad para las empresas?
La respuesta más adecuada es clara: ambas cosas. Supone un reto porque tener que adaptar a toda una empresa al teletrabajo, máxime cuando hablamos de grandes organizaciones, resulta un ejercicio de gran precisión al tener que combinar varios factores que afectan de manera directa en la cadena de producción (el control horario, el seguimiento del rendimiento y la productividad, costes a asumir por la empresa…). Pero tampoco podemos negar que el teletrabajo supone una oportunidad que puede ser explotada por empresas que, por su actividad y medios, puedan ver una ventaja competitiva si consiguen que su implantación sea eficiente y que se ajuste a las necesidades concretas de su actividad.
El esfuerzo y el trabajo realizado durante estos meses no es algo que deba ser olvidado una vez que la sociedad vuelva a tomar las riendas de la normalidad. Es más, debe ser tomado como una oportunidad para valorar las ventajas y, por su puesto los inconvenientes, que tendría incluir este nuevo modo de trabajo, como alternativa al trabajo presencial.
Pasar del trabajo presencial al teletrabajo no va a resultar sencillo porque, dejando a un lado las características de uno y otro modo de trabajar, así como las ventajas que pueda conllevar un sistema u otro, somos siervos de las costumbres y, en nuestro país, el trabajo presencial está fuertemente enraizado.
Además, tampoco podría llegar a materializarse un cambio radical en este sentido por el carácter de voluntariedad que trae aparejado el teletrabajo. En función de las características personales, laborales y familiares, cada trabajador puede preferir acogerse a uno u otro modelo, siendo ambos plenamente válidos.
En cualquier caso nos encontramos ante una oportunidad sobre la que seguir trabajando. La convivencia entre el trabajo presencial y el teletrabajo no sólo es posible, sino que sin duda representa el futuro del mercado laboral, nacional e internacional.
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