Si estás como yo, es muy probable que ya hayas sufrido alguna lesión debido al teletrabajo. Al principio se apostaba por esta forma de trabajo. No más desplazamientos al trabajo, sin oficinas, sin más cotilleos o pesados eventos de team-building. Los jefes quedaron encantados cuando la productividad aumentó, a la vez que se terminaban con los elevados alquileres de las oficinas.
Entonces, nos dimos cuenta de la realidad. Las casas no son oficinas. Sacar el trabajo sin distracciones, especialmente para los padres, es una lucha diaria. Para los directores, crear cohesión y química, o incluso coordinar proyectos simples, se ha convertido en una batalla. En algunas empresas, se formaron listas de espera para volver a la oficina… al menos hasta que la segunda ola de la COVID interrumpió los planes de reapertura.
¿Y ahora qué? Lo que está claro es que, pase lo que pase, el teletrabajo no desaparecerá tan rápido. El 83% de los empleadores planean continuar con las políticas de trabajo flexible, incluyendo el teletrabajo, después de la crisis. A pesar de todos los desafíos, el trabajo se sigue haciendo a distancia y una generación entera se está acostumbrando a la vida sin ir a la oficina.
Pero lo que se necesita desesperadamente es un equilibrio. Y esto lleva tiempo. Las normas del trabajo, vigentes desde hace cientos de años, se han reescrito de la noche a la mañana. Todo, desde las opciones para cuidar a los niños, hasta el diseño del hogar, la forma de vestir y las técnicas de gestión, deben ponerse al día. Y lo mismo ocurre con la tecnología de la oficina.
A pesar de todas sus virtudes, Zoom, Slack y las reuniones de equipo, las herramientas de productividad y las comunicaciones aún dejan mucho que desear. Las empresas necesitan toda una nueva generación de software que les ayude a reclutar, incorporar, educar, gestionar y crear cultura de forma remota.
No tengo dudas de que poco a poco llegarán mejores herramientas, la necesidad y el potencial de mercado es demasiado grande para que se ignore. Mientras tanto, nuestra mejor (y única) opción es aprender a vivir con ella, mientras nos adaptamos en tiempo real a la nueva (a)normalidad.
Artículos que merece la pena hojear:
La muerte del apretón de manos: El apretón de manos ha existido al menos desde la Ilíada de Homero. Pero no hace falta ser un genio para ver que sus días están contados. Según nada menos que el Dr. Fauci, estrechar las manos es realmente “una de las principales formas de transmitir una enfermedad respiratoria». El problema es que, dejando de lado el tema de los gérmenes, el apretón de manos tiene mucho a su favor: la experiencia del contacto físico reduce el ritmo cardíaco, libera oxitocina y en realidad nos hace estar más unidos. El New York Times analiza algunas opciones para llenar ese vacío, incluyendo el famoso movimiento de «mano sobre corazón» de Alexandria Ocasio-Cortez.
El nacimiento de la ropa de trabajo: A estas alturas muchos de nosotros probablemente hemos dominado a la perfección el «Zoom mullet», es decir, vestir bien por arriba y llevar la parte de abajo del pijama. ¿Pero qué le depara el futuro a la ropa profesional? Los primeros indicios sugieren que la ropa ajustada con botones, cinturones y accesorios restrictivos como las corbatas, están definitivamente en la cuerda floja. En su lugar, la nueva generación del teletrabajo se está vistiendo con jerséis y pantalones de lino sueltos y está siguiendo los consejos de marcas deportivas como Lululemon y Kit+Ace.
La fuente “anti-bullying”: Antes de la pandemia, más de un tercio de todo el bullying era virtual, según la UNESCO. Con tanta interacción online en estos días, el riesgo de acoso cibernético nunca ha sido tan alto. Usa la tipografía “amable”. La fuente de código abierto reescribe automáticamente las palabras hirientes a medida que los usuarios escriben, «Te odio» se convierte en «No estoy de acuerdo contigo». Mientras tanto, la grosería empieza a desaparecer. Si bien no es una panacea para el ciberacoso, la Tipografía Amable es un recordatorio amistoso para elegir palabras online cuidadosamente.
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