Desde hace algunos años, las empresas han empezado a incorporar medidas enfocadas a fomentar el bienestar de los empleados en su puesto de trabajo. Estas políticas, acompañadas por su inversión correspondiente, conllevan ventajas para la organización, tales como el aumento de la productividad de los trabajadores, el refuerzo de su sentimiento de pertenencia, la retención del talento o la reducción del absentismo y las bajas laborales; todo ello, ventajas que repercuten en el desarrollo del negocio y la mejora de sus actividades.
Si bien es cierto que la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 ha resultado ser un freno para muchos de los proyectos empresariales más allá del propio mantenimiento de las plantillas y el crecimiento sostenido; es ahora más que nunca cuando los empleados buscan ese “algo” que les haga decantarse por una compañía u otra, que les haga sentirse involucrados en la actividad de la misma y que les invite a dar lo mejor de sí en su puesto de trabajo.
Por su parte, las empresas tienen en su mano la capacidad de invertir y dedicar recursos a aquellos aspectos que marquen la diferencia cuando un candidato estrella deba decidir a qué tipo de compañía quiere incorporarse. En este punto, resulta llamativo el dato de Steelcase, que revela que solo el 7% de los empleados españoles se siente altamente comprometido con la empresa en la que trabaja. Se trata de un dato bastante pobre que, además, esconde otra realidad que nos lleva a cuestionarnos lo siguiente¿están haciendo las empresas españolas todo lo posible para fidelizar a sus empleados?
Estamos viviendo tiempos de incertidumbre, tanto a nivel personal como de negocio, en los que el compromiso organización – empleado (y viceversa) cobra especial relevancia. Es el momento de que las compañías hagan un ejercicio de autorreflexión de sus políticas internas. Una fórmula eficaz para ello es el análisis de las partidas de gastos: dime en qué inviertes tus recursos, y te diré qué tipo de empresa eres.
La inversión en talento y bienestar de empleados, junto a la apuesta tecnológica, son signos de una empresa moderna e innovadora, que no solo valora los resultados obtenidos, sino también los procesos y las personas implicadas para ello. Por el contrario, el desaprovechamiento de recursos ocasionado por procesos obsoletos y poco operativos, por absentismo laboral o por una excesiva rotación de empleados, son síntomas de que esta compañía necesita actualizarse. Precisamente, en un momento como el actual en el que se requiere demostrar las mayores capacidades de competitividad y supervivencia empresarial, es realmente fundamental pertenecer al primer grupo.
Como indicaba, hay dos aspectos que caracterizan a las organizaciones propias de esta categoría: el bienestar de los equipos y la apuesta tecnológica. Ambos factores benefician el día a día de los trabajadores y su compromiso con la compañía y su futuro, lo que sinérgicamente se convierte en un incremento de los niveles de productividad y desempeño.
Las políticas para el “wellness” interno comprenden un abanico muy amplio de iniciativas: programas de formación, planes de crecimiento dentro de la empresa, flexibilidad horaria y vacacional, programas de conciliación familiar y los, cada vez más valorados por los empleados, “perks”. De manera conjunta, estas acciones permiten que los colaboradores establezcan una relación con el trabajo más positiva, que favorezca la vinculación con la empresa y disminuya los niveles de estrés laboral; un hecho que es valorado como un problema de primera importancia en su compañía por el 47% de los directivos consultados por Great Place To Work.
Como indicaba, el otro indicio que caracteriza a las empresas modernas es su inversión en tecnología. Existen numerosas aplicaciones tecnológicas que tienen el potencial de ayudar a los equipos a realizar sus tareas de una manera más eficaz, mediante la automatización de operaciones rutinarias y la liberación de tiempo de los empleados. Hablamos desde avances sencillos, como programas para la gestión de bases de datos, hasta soluciones más complejas como puede ser la incorporación de aplicaciones inteligentes a los departamentos de Contabilidad, Marketing o RRHH.
Sorprende, por ejemplo, que a día de hoy tan solo el 20% de las empresas españolas disponga de planes de formación digital para sus trabajadores, según datos del INE. O que apenas el 8,5% de los empleados considere que los planes de beneficios de sus empresas son lo suficientemente modernos y tecnológicos, como revela un estudio de Cobee.
Los datos ponen de manifiesto el inmenso camino que queda por recorrer en este sentido, sin embargo, parece que avanzamos en la dirección correcta. Una investigación realizada por Vodafone señala que actualmente el 50% de las compañías considera el bienestar y la salud mental de los empleados una prioridad, diez puntos porcentuales más que con anterioridad a la crisis de la COVID-19. Respecto a la apuesta tecnológica, de acuerdo con un estudio de EY, el 82% de las compañías europeas prevé incrementar los recursos dedicados a este fin en los próximos tres años.
Como apuntaba, en este nuevo escenario aquellas organizaciones que consigan posicionar el bienestar de los empleados y la innovación tecnológica como dos de los aspectos prioritarios de su estrategia de negocio habrán encontrado una clave para el desarrollo empresarial. Se habrán convertido en una compañía moderna, adaptada a las necesidades actuales del mercado y de los equipos, con capacidad de reportar altos niveles de satisfacción y motivación interna, que se traduzcan en un factor decisivo para el reclamo y la retención de talento; algo vital en este nuevo futuro, lleno de retos económicos, laborales y de negocio.
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