«La Generación Millennial – nacidos entre 1983 y 1994 – y la Generación Z – nacidos entre 1995 y 2002 – se privilegian de tener tiempo para viajar por el mundo con un trabajo que les asegure una estabilidad más allá de los dos o tres años».
Son demasiadas las veces que hemos leído o escuchado esta frase en la última década. Es algo que incluso lo hemos comprobado ya en el día a día de toda compañía, cualquiera que sea su tamaño o su industria. Si hasta ahora el esfuerzo de reclutadores y empleadores por fidelizar el talento joven a través de diversas estrategias ha fracasado, extrañamente la pandemia ha golpeado el tablero y obliga a un nueva relación entre los jóvenes y el mercado laboral: viajar por el mundo es una opción que aún no sabemos cuándo recuperaremos y la crisis económica global amenaza con una caída en la oferta de empleos generalizada, afectando la elasticidad con la que los trabajadores menores de treinta años cambiaban de trabajo sistemáticamente llamados por su primera preocupación: no aburrirse. Jugar.
Eso es lo que deseamos cuando estamos aburridos. La tecnología ha logrado que todos los integrantes de una familia – niños, jóvenes , adultos, abuelos – busquen la solución en cualquiera de las pantallas existentes, ya sea para ver películas, jugar a los videojuegos, interactuar en redes sociales, etc. Pero hay una gran diferencia entre aquellos que han crecido con la respuesta digital disponible a un solo click respecto a quienes han ido adaptándola dentro de sus vidas con memoria analógica.
Las generaciones “Millennial” y “Z” no admiten la posibilidad del aburrirse dentro de cuatro paredes teniendo en sus smartphones un mundo sin límites, con una oferta infinita de entretenimiento híper segmentado. El único motivo por el que hasta antes de la pandemia los jóvenes toleraban un trabajo aburrido, era ganar algo de dinero para poder viajar por el mundo. ¿Qué sucederá ahora que por un tiempo incierto no tendrán ese horizonte?
¿Cómo fidelizar a los jóvenes talentos entre tanta incertidumbre y sin aquella válvula de escape?
La gamificación es la respuesta más natural frente a semejante desafío. Si los ambientes de trabajo incorporan ingeniosamente este concepto, se les podrá acercar una experiencia lúdica que reemplace en parte a los viajes en suspenso, ofreciéndole a cada empleado un “horizonte para construir”.
En este paréntesis global, la gamificación nos brinda la posibilidad incluso de una híper-segmentación del juego, entendiendo la forma de pensar de las nuevas generaciones y ayudándolas a transitar la incertidumbre generalizada y convertirla – por el bien de los empleados y de la empresa – en una posibilidad para potenciar el presente: un mayor disfrute del ambiente laboral, con nuevos engranajes gamificados en los procesos, resultará en una mayor productividad y en un alivio en la ansiedad por escapar hacia otro empleo.
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