No, para nada. No estoy diciendo que el verano de 2020 vaya a ser ni el mejor ni el peor de nuestras vidas. Probablemente sea un verano normal, ‘average’ como dicen los ingleses, sin demasiadas emociones fuertes pero tampoco encerrados en nuestras casas como muchos vaticinaban hace escasos meses. Lo de un verano para no olvidar viene por otro motivo, por otra historia. No hablo de recordar en futuro, como se suele decir cuando recordamos las mejores vacaciones estivales de nuestra vida, hablo de recordar en presente.
‘No olvidar’ que no es un verano normal, que la situación que vivimos no es la habitual. Por mucho que estemos tendidos en la fina arena de cualquier playa con un mojito o una cerveza en la mano no implica que estemos en una relativa normalidad. Por ello, desde estas líneas me gustaría pedir precaución. Aunque la situación a nivel sanitario en nuestro país -y en país adyacentes- no sea tan grava como la vivida meses atrás, el virus sigue circulando. Aunque no haya una cantidad de hospitalizaciones alarmante, el COVID-19 sigue buscando víctimas a las que, ahora sí de verdad, dejar un mal recuerdo de verano. No nos podemos confiar y, por ello, debemos ‘no olvidar’ usar mascarilla, la distancia de seguridad, el lavado de manos y la correcta gestión de nuestras actividades sociales y familiares.
En segundo lugar, y en relación con el punto anterior, debemos ‘no olvidar’ el esfuerzo que han hecho miles de trabajadores en España, de los de primera necesidad. Ni siquiera hablo de mi y de mis compañeros como empleados esenciales; para nada. Hablo de sanitarios, de cuerpos de seguridad, de equipos de limpieza y desinfección, de personal de supermercados, de logística, de agricultura, ganadería y pesca, de los empleados de residencias… de todos los que han peleado de tú a tú frente al virus o, al menos, han mejorado la calidad de vida de todos, tanto de afectados como de confinados. Por ello, no debemos ‘no olvidar’ seguir tomando todas las precauciones necesarias.
En tercer lugar, debemos ‘no olvidar’ la crisis económica que estamos viviendo y cuyas consecuencias más graves aún están por llegar. Por las pérdidas de empleo, por los ERTEs y las reducciones de jornada. Por el cierre de empresas y las liquidaciones de sociedades. Por los autónomos, por los hosteleros, por los trabajadores del sector turístico… y por todos aquellos afectados laboralmente por la crisis económica y laboral oriunda del coronavirus. Por ellos, debemos intentar mantener nuestros hábitos de consumo e intentar que nadie se quede por el camino, ayudando especialmente a las empresas más pequeñas, a los trabajadores más vulnerables como pueden ser autónomos o cabezas de familia.
En cuarto lugar, debemos ‘no olvidar’ de todo lo positivo, a nivel laboral, que nos ha traído la crisis del coronavirus. No solo recordarlo sino tratar de perfeccionarlo una vez todo recupere cierta dosis de normalidad en septiembre. Debemos recordar que cuando hemos teletrabajado la productividad ha salido disparada; que cuando hemos realizado nuestra actividad desde casa hemos tenido menos gastos y pérdidas de tiempo, tanto empresas como trabajadores; que cuando hablamos de un trabajo híbrido o remoto no hablamos de días de vacaciones, hablamos de días más productivos a la par que cómodos; que el trabajo a distancia, aunque no sea de forma total, provoca un incremento de la salud y el bienestar de los trabajadores, lo que repercute positivamente en la empresa; y que cuando teletrabajamos, la conciliación familiar se potencia. Y no, no hablo de estos meses atrás, hablo de un teletrabajo saludable y bien regulado, con los niños en el colegio y los padres a lo suyo, a trabajar y recogerles para así poder pasar más tiempos con ellos.
Pero no solo de teletrabajo hemos hablado estos días. Por tanto, también debemos ‘no olvidar’ que la tecnología es el presente y el futuro y debemos adaptarnos a ella, adaptarla a nosotros, formarnos, porque nos ha demostrado ser esencial especialmente en la situación de la pandemia. También hemos estado muy pendientes del cuidado de la salud física y mental de los trabajadores, ya no solo por el COVID-19, ya no solo por un regreso seguro a la oficina -muy innecesario en la mayoría de los casos, al menos a corto y medio plazo-, sino por el estrés y la celeridad con la que vivimos nuestro día a día y que causa graves trastornos a los empleados. Debemos ‘no olvidar’ nada de esto durante el mes de agosto.
Por último, debemos ‘no olvidar’ a los afectados por el coronavirus, a los fallecidos, a los familiares, a los que tienen secuelas por culpa de este virus que ha puesto en jaque nuestra forma de vivir. Porque si recordamos lo ocurrido, entonces tomaremos las medidas de protección adecuadas y sabremos cuidar de nuestro profesionales esenciales, y procuraremos teletrabajar y cuidar de nuestros empleados para buscar tanto la salud como la productividad y, sobre todo, trataremos de derrotar al virus que, al fin y al cabo, economía y trabajo a parte, es lo más importante.
Así que como reza el titular: estamos ante un verano, ante un mes de agosto siendo más precisos, de no olvidar todo lo vivido, de no olvidar que hace escasos dos meses no podíamos ver a nuestros familiares, no podíamos tomarnos una caña con nuestros amigos. A no olvidar que el virus sigue ahí y, sobre todo, a no olvidar que juntos somos más fuertes.
Nosotros en RRHHDigital nos tomamos un respiro. No paramos nuestra actividad pero sí que la reducimos con la intención de recargar pilas y regresar en el mes de septiembre a pleno rendimiento tras una primera mita de año frenética y muy pero que muy extenuante. Cogemos impulso, nos pegamos un chapuzón -en mi caso en mi querido Mar Cantábrico- y volveremos con una segunda mitad de 2020 que se presenta retadora. Y es que a fin de año, si es que me dejan, escribiré otro editorial y cuyo título no será ‘2020, el año del coronavirus’, para nada. Mi titular será ‘2020, el año de los retos y los desafíos’. Pero eso ya será otro cantar.
Mientras tanto disfruten del mes de agosto… ¡se lo tienen merecido!
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