Estos meses atrás han pasado cosas increíbles. Las personas nos hemos adaptado mucho más de lo que esperábamos y a una velocidad que nos da un pequeño poder de superhéroes (respetando de corazón a los que han estado en primera línea)
Ha sido como destapar una olla que ya estaba llena de actitudes ejemplares, valores increíbles, historias que llenan de orgullo.
Se han redefinido prioridades personales y profesionales de forma simultánea. Incluso estando alejados físicamente se han dado relaciones más cercanas y humanas.
Se ha puesto foco en lo prioritario. La actitud pragmática se ha convertido en protagonista indiscutible. Se trataba de hacer y avanzar a pesar de todo.
En esas semanas se han visto equipos cohesionados, personas que colaboraban con generosidad poniendo lo mejor de sí mismos, pasando por encima de las incertidumbres y de los miedos. Muchos de ellos, lo han dado todo y más.
Había que actuar y para ello ha sido esencial la autonomía. Desde los equipos directivos, se ha dejado hacer con confianza y esa implicación y responsabilidad ha llevado a obtener resultados en tiempos record.
Se han dado a la vez y de forma acelerada esos tres factores que hacen que las personas estemos motivadas.
Teníamos autonomía y como dice Dan Pink, eso lleva directamente al compromiso. A estar involucrados. Además, hemos aprendido muchísimo, algunos a manejar herramientas, otros a llevar equipos en la distancia, otros a escuchar a las personas de otra manera…
Acompañando esos dos factores y a la vez conectándolos, estaba el propósito, la conciencia del impacto en la sociedad de las decisiones como personas, como empresas. Había una causa más grande que nosotros mismos.
La sociedad en general y las organizaciones en particular son un conjunto de sistemas. Un sistema que no olvidemos está vivo, y de una forma admirable se puso a ver lo que hacía falta, a darlo, a repartir, a acompañar, a cuidar, a hacer en definitiva.
Y ahora ¿qué hacemos. Ahora hemos empezado a volver, es como si de repente estuviéramos en el espacio. Ralentizados. La energía que nos movía parece que pierde.
Queremos que las personas, que los equipos, sigan igual de conectados, que utilicen su autonomía en favor de la empresa, la responsabilidad para salir adelante, para recuperar y obtener excelentes resultados.
Y si nos preguntamos ¿qué es lo que mejor ha funcionado?, de las iniciativas que hemos puesto en marcha, ¿cuáles son las que nos gustaría que siguieran pasando?
¿Qué cosas son las que queremos que se conviertan en permanentes? ¿Qué actitudes y valores van a impulsar nuestra cultura y nuestro negocio a la vez? ¿Cómo lideramos estos equipos? ¿Qué es lo mejor para el negocio?
Es necesario reconocer que todo cambio requiere que todo el sistema esté alineado. Que una representación del mismo pueda responder todas esas preguntas y así, desde lo que Sí ha funcionado, se sientan involucrados para crear y compartir una misma imagen atractiva de futuro.
Diseñarlo juntos hace que se movilicen, que hagan suyo el plan y aparezca la motivación para ponerlo en marcha.
Así vuelven a jugar los tres factores (autonomía, aprendizaje y propósito) y algunos otros como la igualdad de voz y la libertad de elección.
¿El resultado? Acción colectiva con iniciativas que hacen que el cambio sea más fácil. Que el resultado sea más rápido y simultáneo. Que el camino sea más energizante y motivador, y como es más natural, la transformación llega para quedarse.
Es actuar sobre la cultura y el negocio a la vez alineando las fortalezas hacia las aspiraciones.
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