Desde que el pasado 11 de marzo comenzaron a cerrar las escuelas de distintas regiones de España como medida para hacer frente al coronavirus, la actividad de miles de trabajadores de España cambió. Las oficinas se trasladaron, siempre que fue posible, a los hogares. Desde entonces, se han realizado innumerables análisis sobre las políticas de conciliación de las empresas y del teletrabajo como medida facilitadora para las familias, con el objetivo de contener la propagación del virus.
En momentos como este no podemos dejar de observar la brecha entre los empleos que nos permiten teletrabajar y los oficios presenciales, que actualmente están resultando imprescindibles para enfrentarnos al desafío que estamos experimentando como sociedad. Son muchas las empresas que ya estaban preparadas para el teletrabajo y que habían implementado esta medida, especialmente como una medida de conciliación laboral, de mejora de las condiciones de trabajo, que se unía a otras muchas, siempre pensando en el bienestar del empleado. De hecho, hay muchas compañías que han apostado fuerte por este tipo de medidas para favorecer la conciliación entre la vida personal y la laboral y mejorar así la calidad de vida de la plantilla con el fin de retener y atraer talento.
Sin embargo, no todos los profesionales se benefician de este tipo de beneficios y es algo que ha quedado muy patente con la crisis del coronavirus. Los profesionales de la salud suponen entre un 40 y un 90 por ciento de los presupuestos en los servicios de salud según la OMS. Además, los expertos los identifican como uno de los grupos que mayor riesgo corre ante una mala calidad de vida y estrés laborales. De acuerdo con los últimos datos de la Seguridad Social, en febrero de 2020 había más de 1.100.000 trabajadores dedicados a las actividades sanitarias en España. Recientemente el Ministerio de Sanidad ha anunciado la incorporación de 50.000 profesionales de la salud, incluyendo estudiantes de último curso y jubilados para hacer frente a la crisis sanitaria.
El personal sanitario, cuya dedicación y esfuerzo durante la crisis suponen un orgullo para todos los ciudadanos, es un colectivo particularmente vulnerable ante la falta de medidas de conciliación. No solo en situaciones tan excepcionales como la que estamos viviendo, en la que han renunciado a festivos, fines de semana y vacaciones, realizan turnos dobles y todo lo que sea necesario para priorizar a los pacientes frente a sus necesidades familiares o personales. También en su vida cotidiana se encuentran en situaciones donde conciliar es cada vez más complicado.
Este momento tan crítico debe servirnos para reflexionar cómo podemos abordar este tipo de sectores con una idiosincrasia propia y para los que los beneficios más convencionales tienen una aplicación parcial o nula. La esencia del oficio sanitario está en el reconocimiento físico del paciente, al igual que el correcto funcionamiento de un hospital depende de la precisión de la gestión de su personal. Sin embargo, aunque no se puedan aplicar exactamente de la misma forma que en las empresas, sería recomendable proponer soluciones como el teletrabajo, fomentando por ejemplo la teleasistencia, o la flexibilidad horaria para médicos, enfermeros o celadores.
La crisis sanitaria está poniendo de relieve que, para garantizar el correcto desempeño de los profesionales de la salud, se deben cubrir algunas líneas básicas como la evaluación de su correcta retribución, la garantía de que dispongan de la formación adecuada y que por supuesto, puedan contar con los recursos necesarios para realizar sus funciones con seguridad tanto para ellos como para sus pacientes y tener personal suficiente. Sin embargo, también debemos considerar cómo podemos dar un paso más allá y determinar de qué manera la flexibilidad, la desconexión y, en definitiva, los servicios de conciliación y calidad de vida, pueden ser una realidad para los trabajadores sanitarios.
Al asegurarnos de que estos profesionales mejoran su calidad de vida y desarrollo profesional estaremos cuidando al mismo tiempo de nuestro sistema de salud. Si protegemos a nuestros trabajadores del sector sanitario, estaremos preservando uno de los bienes más valiosos que tenemos como sociedad. Una vez que pase esta crisis sería importante realizar una profunda reflexión al respecto. Ojalá seamos capaces de mantener nuestros aplausos más allá de las 20h de cada tarde y atribuirles socialmente la importancia real que tienen no porque nos encontremos en una situación excepcional, sino porque velan por el bienestar de todos nosotros.
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