¿A quién no le asalta -o le acecha, como mínimo- estos días la fiebre o el temor por visualizar el futuro que nos espera, envuelto en el humo negro de la incertidumbre o callado como un fanático rodeado de adversarios? ¿Cómo será…?, ¿qué voy a…? ¿qué me dirán si…? ¿qué pasará?
Este presente ausente que estamos viviendo me ha ofrecido una oportunidad única de considerar con cierto reposo materiales que había digerido atropelladamente en el pasado. Entre otros, he podido repasar intervenciones de Tony Robbins; un personaje al que juzgaba como reo de delirios de grandeza y que poco a poco me ha ido convenciendo de su profundidad y su compromiso con la verdad y la gente. Su historia personal está decorada con traumas severos y él se crece cuando los encuentra. Entre otras situaciones, he vuelto a ver su intervención en la misma mañana del 11S cuando su audiencia de más de dos mil personas se desayunó en Hawái con el brutal ataque en a costa este; entre los asistentes, había muchos neoyorquinos y estadounidenses con lazos en la Gran Manzana cuyas cabezas y corazones no podían estar más instantáneamente alejados de los objetivos del seminario. Robbins mantuvo el programa y centró su atención en dos asistentes: un judío neoyorquino ortodoxo con fuertes raíces en Israel y un californiano musulmán nacido en Pakistán con mimbres de comprensión por los atacantes.
No puedo entrar en detalles, pero sí destacar que -como en otras ocasiones- Robbins logró dirigir la atención colectiva hacia la necesidad de la valoración de la tragedia como ocasión de crecimiento a partir de nuestras fortalezas. Son esas situaciones las que moldean nuestra capacidad de decisión: ¿quedaremos atrapadas en ellas o las consideraremos como amigas implacables de nuestro crecimiento personal? No voy a hacer “spoiler” si revelo que Robbins consiguió obtener de ambos un enfoque común (“el 11S es una desgracia para musulmanes y occidentales”), un significado compartido (“el 11S es una oportunidad para mostrar que los sentimientos de ambos son patrimonio de toda la Humanidad y no sólo de uno de los bandos, aunque le den significados distintos”) y una acción decidida (“el 11S nos da la oportunidad de construir un futuro -persona a persona- en el que comprendamos que cada vez que hacemos daño nos hacemos daño a nosotros mismos”). Los dos protagonistas estelares, Bernie y Assad, acabaron desarrollando una organización que hoy en día tiene alcance mundial con el fin de tender puentes de paz y comprensión a través de procesos de negociación indirecta. Foco decidido, significado elegido y acción necesaria.
El Viernes Santo tuve también la ocasión de escuchar la Homilía del P. Rainero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia los últimos 32 años. Por muy refractario a lo religioso que seamos, hay que reconocer que alguien que se mantiene en esa actividad con papas como San Juan Pablo II, Benedicto XVI o Francisco, debe tener un cerebro muy bien construido, independientemente de sus virtudes cristianas. Seas creyente o no, sus palabras en esa celebración fueron un paralelo milimétrico con el modelo que acabo de asignar a Robbins. Vale la pena escucharla: Cantalamessa elige un foco (“la pandemia es una desgracia, pero sobre todo es un mensaje”) un significado (“la pandemia nos dice claramente que no somos eternos y que la tecnología y la ciencia no nos garantizan una seguridad completa”) y un programa de acción (“tenemos que aprender a vivir con menos cosas, pero con más humanidad, solidaridad y apertura a los demás”). Y todo en quince minutos. El modelo TED aplicado a la predicación religiosa.
En nuestras manos está la pelota. Podemos hacer caso a nuestra tendencia natural y a nuestra protección genética y olvidar rápidamente esta desgracia natural, recordando datos y eslóganes aislados y purificados de dolor, angustia y tensión; como ahora se recuerda por muchos el Holocausto, las depuraciones estalinistas, las masacres camboyanas o hasta el 11M. En ese caso, nuestro puntapié al esférico arrojará la pelota fuera del campo de juego, hacia las vitrinas protegidas de emociones o a los espacios online esterilizados de sentimientos hirientes. Nunca viviremos igual en el futuro, pero podremos olvidar nuestra responsabilidad personal y cabrearnos mucho, angustiarnos más o aceptar la violencia en todas sus vertientes contra alguien…el que se ponga delante en cada caso.
La opción es llevar la pelota al brazo y diseñar nuevas reglas de juego. El fútbol de hace quince días no nos sirve en un momento en el que la distancia ha cambiado, el público ha cambiado, todos hemos estado en fuera de juego y la falta máxima no ha sido física, sino de equipos de protección. La opción es elegir un enfoque de consideración, darle un significado personal y ponerse manos a la obra.
No puedo expresar más que mi opinión. Carezco de representatividad social o profesional. Ojalá, como recientemente en Italia, contemos con profesionales y cerebros con cicatrices restañadas obtenidas en gigantescos procesos de transformación. Nos hace falta esa visión premonitoria y esa capacidad de modelarla en el día a día.
Pero quiero dar mi opinión. Breve y sintética, como no puede ser de otra manera en una publicación tan breve. Mi enfoque es pensar que esta tragedia lleva en los bolsillos demasiados ejemplos de generosidad, creatividad, entrega, solidaridad, profesionalidad, esencialidad…y revisión de prioridades, como para no tenerla en cuenta más como un regalo muy costoso -muy, muy costoso- que como un efímero y lúgubre recuerdo. El significado que quiero darle es que es una acción que puede volvernos más humanos sin olvidar nuestra profesionalidad o nuestra pericia y no olvidar lo que es esencial por mimar lo que es solo una esencia aromática.
¿Y la acción? Seré breve y telegráfico, en lo que me parece esencial:
- Un mercado de trabajo en el que se creen opciones por medio de la flexibilización de condiciones laborales en las empresas, que permitan incorporar a más personas -con términos más limitados para todos, sí- y evitar algo que es peor que ganar menos: no hacer nada. Las empresas que lo hagan deberían recibir condiciones fiscales beneficiosas.
- Un liderazgo diferente. No basta con ocupar una casilla en el organigrama y disfrutar de más beneficios sociales. Son necesarios profesionales competentes con capacidad de escucha y de empatía, con arsenal de ejemplos de ser los primeros en lanzarse fuera de la trinchera y con buen juicio para discernir si cada persona de su equipo quiere, sabe y puede dar lo mejor de sí mismo.
- Una revalorización del sentido de propósito de las organizaciones elevando la simple definición de objetivos. Es un hecho diario el comprobar de qué modo una empresa con propósito es capaz, en un abrir y cerrar de ojos, de obtener el compromiso inmediato e incondicional de sus individuos para cambiar de actividad y hacerlo de modo excelente. Y al revés, hemos podido oír esas otras que algo tan comprensible como un ERTE han decidido hacerlo sin consideración de las personas; brutalmente. Sólo un sentido fuerte, sincero y compartido de propósito común movilizará lo mejor de nosotros en lo peor de nuestra realidad.
- Una atención especial a las habilidades y energías desconocidas de nuestros colaboradores. No basta con contemplarlos como meros ejecutores: esta pandemia nos ha mostrado que el coste de oportunidad de no aprovechar nuestro talento oculto es gigantesco. Pueden surgir oportunidades inesperadas para toda la empresa.
- Un cuidado renovado del concepto de “bienestar y felicidad laboral”. Las acciones de Salud Laboral van a considerarse con un prisma renovado. Hay que tener bien afilada el hacha para cortar muchos árboles…y hay que estar en muy buena forma para ir a buscarlos cuando el paisaje esté desolado de bosques. No sólo deben cuidarse a corto plazo los aspectos relacionados con la protección frente al COVID19, sino darle más valor a los mil pequeños aspectos de prevención de esas patologías laborales que evitan las micro-hemorragias del absentismo o de la falta de rendimiento de los que se sienten ignorados en su salud. Un valor que ha subido al alza en nuestra escala de preocupaciones.
- Una redefinición de procesos y tareas. Está claro que nos enfrentamos al reto de no perder ni un minuto de tiempo ni un julio de energía en lo que no sea pervivir como empresa y crear empleo. Así, flexibilizar lo necesario y evitar el presentismo -en la oficina o en el hogar- es especialmente crçitico.
Me he pasado. Versión 0.0 del POSTCOVID WORLD: FOCO, SIGNIFICADO Y… ¡ACCIÓN!
“POSTCOVID 0.0: FOCO, SIGNIFICADO Y … ¡ACCIÓN!”
2 comentarios en «Post COVID 0.0: foco, significado y… ¡acción!»
Gracias a RRHHDigital por darme la oportunidad de expresar mi opinión (https://lnkd.in/gNJUT2M) sobre la era #postcovid19 . Hay que actuar, pero previamente hay que elegir un #foco y aceptar un #significado. Ellos definirán nuestro futuro: ¿Es una #tragedia o es una #oportunidad?, ¿es puro #sufrimiento o es una dura #lección?, ¿será mejor #olvidar o #aprender?, ¿es un #sinsentido o es una #revelación?, ¿ impulsará a la #acción o nos bloqueará?, ¿nos hará #mejores o sólo más #resilientes? Os dejo mi breve reflexión. Entramos en tiempo de descuento. Gracias.
Reflexión acertada como siempre Enrique. El tiempo de descuento esta aquí y nuestras acciones nos permitirán seguir jugando el partido… o todo lo contrario
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