El coronavirus está capitalizando la actualidad y todas las conversaciones, y obligando a tomar decisiones de urgencia a todos los niveles para minimizar, en la medida de lo posible, su impacto sanitario, social y económico. La medida drástica de cerrar todos los centros educativos de varias comunidades autónomas ha llevado al país a una dimensión inédita en la que las empresas se han visto obligadas a colaborar de forma activa, ofreciendo a sus empleados la alternativa de trabajar desde casa, no sólo para poder atender a sus hijos, sino también para tratar de frenar el avance de la pandemia.
Ernst & Young ya se adelantó la pasada semana, permitiendo teletrabajar a las 3.000 personas que conforman su plantilla. Desde el inicio de esta semana BBVA, Telefónica, Santander, Repsol, Mapfre o Bankia han facilitado a sus empleados el teletrabajo, bien porque habían registrado algún caso de coronavirus o como medida preventiva.
Pero no sólo es cosa de las grandes empresas: también las pymes están tirando de tecnología, muchas estrenándose en esto de trabajar desde casa, con el fin de tratar de mantener su actividad diaria sin que el negocio se vea muy afectado y sin poner en riesgo la salud de sus empleados.
A la hora de implantar este tipo de medidas de flexibilización y teletrabajo, la cultura empresarial juega un papel relevante, y el coronavirus puede impulsar un cambio cultural importante en las organizaciones, consiguiendo que empresas reacias a estos nuevos modelos de trabajo y de gestión del tiempo, abocadas a probarlos por obligación, comprueben su viabilidad y sus beneficios no sólo para los empleados, sino también para la productividad y los costes de la compañía, y decidan mantenerlo cuando pase la tormenta y todo retorne a la normalidad.
El teletrabajo, asignatura pendiente…hasta ahora
En España el teletrabajo sigue sin estar lo suficientemente implantado, a pesar de su gran aportación a la hora de fomentar la conciliación familiar. Esta misma semana, el ‘Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo II’ reflejaba que, durante el cuarto trimestre de 2019, por primera vez se había superado los 1,5 millones de españoles que teletrabajan, lo que representa apenas un 8% de la población ocupada, es decir, menos de 1 de cada 10 personas en activo.
El pasado año, Fundación Más Familia presentó el Libro Blanco 2019 ‘Más allá del Teletrabajo: Una nueva forma flexible de trabajar’, con el que pretendía normalizar la práctica de esta modalidad de trabajo flexible y avanzar en el diseño de dichos entornos. Según este documento, la clave para implantarlo es atreverse, tener confianza y perderle el miedo, y para ello es necesario dejar atrás el modelo obsoleto del presentismo que sigue imperando en muchas organizaciones, que no favorece la conciliación y que disminuye la productividad.
La importancia del compromiso y los valores
Las medidas de conciliación, igualdad y flexibilidad laboral juegan un papel fundamental en el compromiso de las personas con la organización en situaciones difíciles, y ayuda a construir la cultura empresarial, que es una suma de creencias, normas, actitudes, valores, supuestos y maneras de trabajar que comprometen a las plantillas con la organización.
La misión, visión y valores es el punto de partida para asentar la cultura empresarial y, a su vez, la base para fomentar el bienestar de los empleados con la organización. Este se logra cuando se cumplen las expectativas que la persona tiene hacia la empresa, ya sean profesionales, de aprendizaje o crecimiento personal, y suele materializarse con un sentimiento de reconocimiento por su desempeño y con un entorno atractivo para trabajar, a través de la remuneración, la igualdad de oportunidades o la flexibilidad laboral.
Las situaciones de incertidumbre generan miedo hacia lo desconocido, pero la crisis actual también puede ser una oportunidad para impulsar el cambio cultural y una mayor aceptación del teletrabajo que acabe mejorando enormemente la conciliación en nuestro país. Junto con el ejercicio de inmersión digital acelerada al que se han visto obligadas muchas empresas (que no puede haber hecho otra cosa que beneficiarlas de cara al futuro), sería la mejor secuela que el coronavirus podría dejar a nuestro tejido empresarial, después de haberle causado tanto daño con sus efectos económicos.
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