Llego a Barcelona expectante, inquieta, algo nerviosa. Hace un par de años que no piso la Ciudad Condal y, la verdad, me apetece. Me gusta palpar las tendencias, la actualidad, en una ciudad distinta a la mía. Montada en el AVE recordaba que viajar te da mucha más amplitud de miras, en todos los sentidos, tanto en lo profesional como en lo personal. El motivo de mi visita es la cobertura del I Congreso Nacional de Igualdad de Oportunidades. No hubiera puesto un nombre mejor a este encuentro.
Ponentes, charlas, mesas redondas, debates, hombres y mujeres profesionales que nos dan luz sobre términos como igualdad, paridad, diversidad, inclusión, no discriminación, acoso laboral y sexual… ¿exagerado?, me preguntaba al principio. Y me respondo a mí misma: no, no lo es. En estos diez años al frente de la redacción de RRHH Digital he tenido la oportunidad de conocer, charlar y entrevistar a muchas mujeres directivas, en altos puestos de responsabilidad, miembros de comités de dirección, madres, hijas, esposas, amigas. Y la reflexión que quiero plasmar un día como hoy es que sí, tenemos muchas razones y motivos para celebrar. Porque, evidentemente, estamos en el buen camino si echamos la vista atrás y comparamos la situación de la mujer en la empresa a hace apenas unos pocos años, no tantos. Una época en la que el tutor legal de una mujer era su padre o su marido. Donde se necesitaba una autorización para viajar sola, sacarte el DNI o poner una denuncia. Sí, poner una denuncia. Una época en la que era impensable que el padre de tu hijo tuviera unos días de baja por paternidad cuando nacía un bebé que, entiendo estamos de acuerdo, es de los dos. Un tiempo no muy lejano…
Un gusto escuchar hablar de competencias, de talento, de habilidades; no tanto de cuotas y obligaciones, si no de sentido común. Es ciego el que no ve que ellos siguen cobrando más que ellas incluso en el mismo puesto, que las cargas familiares se sustentan más en lo femenino que en lo masculino, que sigue existiendo eso que los entendidos llaman discriminación por género… Qué pena de talento desperdiciado, porque sí, hay empresas que todavía no saben lo que se están perdiendo.
Pero de esta reflexión que tengo la oportunidad de plasmar hoy en el periódico digital, al que llevo entregada diez años de mi vida profesional, quiero quedarme con lo positivo. Por un lado, con todas esas compañías que luchan y trabajan a diario por la igualdad de oportunidades, que son ejemplo de paridad y, sobre todo, de inteligencia. De saber y valorar lo que una mujer puede aportar a su empresa.
Y por otro, el de mi propia experiencia. En un medio en el que siendo periodista y mujer ( binomio no siempre fácil) me han brindado todas las oportunidades del mundo, respetando mis momentos personales como fue el tener a mis dos hijos, el valorar mi trabajo, mi entrega, mi fidelidad y, como se suele utilizar ahora, empoderarme para sacar la mejor versión de mi.
No soy de las extremistas, si no de las lógicas. No sé que sería de mi vida sin los maravillosos hombres que me rodean, pero ahora les pido a ellos todo su respeto: hoy va por ellas, por mis bisabuelas y abuelas, luchadoras incansables en un mundo en el que a mi, en ocasiones, no me hubiera gustado vivir; por mi madre y mi hermana, por mis amigas y compañeras, mujeres fascinantes que admiro, quiero y de las que aprendo cada día. Y por todas esas mujeres valoradas o no, profesionales o amas de casa, que hoy sí, por qué no, celebramos este día. Por todas ellas, ¡feliz Día Internacional de la Mujer Trabajadora!
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