El CEO de una organización es el gran líder que marca el rumbo general para cumplir objetivos que lleven al éxito del negocio. Estos líderes son visionarios, carismáticos, observadores, analíticos, innovadores, asumen riesgos convencidos de que el éxito se encontrará si se va en cierto sentido.
Si bien dentro de una empresa cada uno ocupa un lugar, tiene a cargo determinadas funciones y debe cumplir ciertas metas, la forma de afrontar situaciones, tomar pequeñas decisiones diarias, establecer alianzas o “pensar fuera de la caja” es algo muy personal. Uno puede ser su propio CEO.
Ser el propio CEO conlleva una forma responsable de afrontar las tareas a desarrollar, asumir desafíos y tomar riesgos en lo que nos toque hacer. Innovar y empezar a hacer las cosas de otra manera, y no necesariamente como se estuvo haciendo en los últimos años. Conocer la propia tarea, saber adónde se quiere llegar y saber con qué herramientas se cuenta hace que comprendamos un determinado escenario con ventajas y desventajas, oportunidades y amenazas.
A partir de un escenario dado, podemos pensar qué podría mejorar para facilitar o realizar mejor nuestra tarea, de forma más eficiente. ¿Solo depende de mí o involucra también a otros?… ¿Desde mi puesto, cómo puedo contribuir al éxito del resto y, así, poder acercarnos todos al gran objetivo en mejor tiempo y forma?…
La proactividad es una característica muy valorada en las organizaciones. Y, justamente, esa proactividad es la que hace que -a pesar de las dificultades- podamos pensar cómo cumplir la tarea en forma cabal. La organización necesita “soluciones” y no problemas. Si surge una dificultad, hay que sortearla de la mejor manera, tal vez con alguna idea nueva… con procedimientos que jamás se habían tenido en cuenta…
Hay que considerar que el CEO solo no llega a ningún lado. El CEO cuenta con un equipo. De la misma forma, si nosotros somos “nuestro propio CEO” en lo diario, sabemos que tenemos que trabajar en equipo. Y esto se logra entusiasmando al resto para que todos comprendamos la importancia de hacer lo que se necesita para llegar a esos objetivos comunes de los que depende el éxito del negocio.
Todas las áreas son importantes y necesarias, desde la alta dirección -con pensamiento más estratégico- hasta los colaboradores de maestranza. Quien limpia los espacios a contra turno para que al otro día la mayoría de la gente de la empresa ingrese a sus tareas cotidianas, puede mejorar procesos, tener nuevas ideas e iniciativa para comenzar a operar de forma distinta, siempre apuntando a una mejor eficiencia en la tarea a desarrollar.
¿Cómo ser el propio CEO?, pues generando:
- Confianza y seguridad: si me encargan una tarea, la cumplo en tiempo y forma; si aparecen dificultades, las supero, incluso de forma novedosa.
- Comunicación honesta: siempre hablar sinceramente, sin ocultar nada ni crear intrigas entre unos y otros.
- Camaradería y colaboración: yo cuento con mis compañeros y jefes, y ellos saben que pueden contar conmigo. Todos queremos cumplir los objetivos y lucirnos todos como “equipo”, y ya no en forma individual.
- Valor agregado: ideas nuevas, diferentes, que permitan llegar al cumplimiento de los objetivos en menor tiempo y de mejor forma.
- Compromiso: a partir de mi propio compromiso, contagio a los demás en un marco de trabajo en equipo que se retroalimenta.
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