Según el barómetro de Business Agility Corporation, dos tercios de las grandes empresas en España, y un número cada vez mayor de pymes, está adoptando la metodología Agile.
¿Por qué? Porque una transformación Agile responde a la evolución de toda organización centrada en el cliente, consciente del entorno VUCA y de la necesidad de adaptarse a él para continuar siendo competitiva.
El enfoque ágil incluye 4 valores, 12 principios y herramientas como Scrum y Kanban. Todo esto resulta en una serie de prácticas diseñadas para testear constantemente el entorno, producir “entregables” con frecuencia y mucho mejor alineados a las demandas del cliente. Y esta es la clave. Los métodos ágiles promueven la colaboración, la claridad, la autonomía, la flexibilidad y la velocidad, lo que permite que la empresa responda con mayor rapidez y precisión a las expectativas del cliente.
Pero además de una mayor agilidad, ¿qué otros efectos puede tener esta nueva forma de trabajar? La metodología Ágil puede también influir positivamente en el compromiso de los empleados de dos maneras:
- integrando sistemáticamente en el día a día, algunos de los factores que favorecen el engagement: un propósito compartido, la alineación de objetivos, la claridad de expectativas, la comunicación, la autonomía, el trabajo en equipo, el feedback, el reconocimiento y las oportunidades constantes de aprender.
- minimizando las fuentes de frustración de los empleados, como el «esfuerzo en vano”, trabajar duro pero ni de forma eficiente ni efectiva, o que información clave no llegue (o llegue tarde) a los equipos.
Al igual que Agile, el compromiso de los empleados no es un interruptor que podamos encender cuando queramos, sino que es un proceso de mejora continuo que requiere un esfuerzo consciente y sostenido en el tiempo por parte de los líderes. De hecho, el estilo de liderazgo que favorece una implantación de Agile con éxito, Servant Leadership, es un estilo que considera que ayudar a los empleados a desarrollarse y a crecer es el mejor camino hacia el éxito de la empresa.
Y tiene lógica. Un entorno cambiante, impredecible y complejo requiere un enfoque adaptativo, que deje atrás la rigidez de los planes internos y se oriente hacia el exterior, poniendo al cliente y sus necesidades por encima de todo. Esa flexibilidad y adaptabilidad requieren creatividad, que sólo un estilo de liderazgo que inspire y empodere a los equipos va a conseguir maximizar.
Por tanto, los líderes que tienen más probabilidades de que la transformación Agile llegue a su fin con éxito son aquellos que se centran en comunicar una visión y un propósito compartidos, escuchan activamente, promueven la autonomía, la colaboración, demuestran agradecimiento por las aportaciones de los trabajadores (sean grandes o pequeñas) y, sobre todo, predican con el ejemplo. Este enfoque fomenta una cultura de alta confianza en la que las personas se sienten valoradas y rinden al máximo. Y además de crear el entorno más propicio para una implementación de Agile con éxito, favorecen el engagement ya que la relación jefe-trabajador es una de las dinámicas que más pesan en el compromiso de los trabajadores.
El engagement es cada vez más prioritario para los comités de dirección ya que numerosos estudios demuestran que hay una fuerte correlación entre el compromiso de los trabajadores y la productividad en la empresa, fundamentalmente por tres motivos:
- un mayor compromiso del empleado resulta en una mejor experiencia del cliente, lo cual a su vez aumenta la probabilidad de que el cliente repita. Y al revés también es cierto: un menor compromiso del empleado se suele traducir en una mediocre experiencia del cliente.
- Menores costes (menor rotación de empleados y absentismo).
- Mayor proactividad e iniciativa de los empleados, requisitos para la innovación.
Por ello, una oportunidad significativa para las empresas inmersas en una transformación Agile es poner el mismo énfasis en el estilo de liderazgo que en la adopción de la metodología y las herramientas Agile.
Y como la cultura de la empresa es el resultado del comportamiento de sus líderes, no de lo que se dice o escribe sobre ella, la implementación de Agile debe ir acompañada de una clara definición de los comportamientos coherentes con la cultura de la organización y con los valores en los que está basada.
Esa claridad permitirá por una parte, que los líderes sepan cómo actuar desde el ejemplo (que es la mejor forma de influir en los demás), y por otra, empoderar de forma efectiva a los equipos, ya que la cultura sirve de “guardarraíl” para que la autonomía y la creatividad estén bien enfocadas y alineadas con la esencia de la organización.
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