«Salid y disfrutad» es la frase más famosa de Johan Cruyff y un buen resumen de filosofía.
Fue su maravillosa arenga antes de empezar la final de la Copa de Europa de 1992. La primera que ganó el Barça tras dos dolorosos fracasos previos.
Cuentan que fue clave para romper el bloqueo y “miedo escénico” que tenían los jugadores ante la responsabilidad que tenían por delante. Afrontándolos con naturalidad, empatía y determinación.
Posiblemente “terribilizaban” como diría Rafael Santandreu (gran psicológo y experto en felicidad): ¿seremos capaces de vencer? ¿qué dirán de nosotros si no ganamos? ¿Cuándo volveremos a tener esta oportunidad cuando es tan difícil llegar a una final?Reacciones muy humanas pero que nos limitan e impiden crecer y contribuir a nuestro nivel.
Cruyff resumió en tres palabras el mejor estilo de gestión de personas (posiblemente sin saberlo): aquel que combina inspiración con exigencia, apoyo con reto y nos arrastra a lograr nuestra mejor versión y un rendimiento sin cortapisas mentales.
Analicemos su profundo significado desde una óptica de gestión del rendimiento y del talento.
“Salid”: dad un paso adelante, demostrad autoconfianza, mostraos a los demás, sed visibles, innovad, tened impacto y coraje. Mirad al presente y al futuro. No os quedéis anclados en los fracasos del pasado.
“Disfrutad”: fluid, abandonad vuestras creencias limitantes, aflorar vuestra intuición, poned en valor vuestro talento individual innato en favor del equipo, sed felices dentro del tremendo esfuerzo que tendremos por delante para ir a por la victoria.
Además de su talento las bases de aquel éxito colectivo fueron compromiso, esfuerzo, trabajo en equipo, y autorresponsabilidad individual dentro de un ilusionante estilo de juego muy definido apoyado por el toque y el rondo y mejorado a fuego lento durante años.
Todo ello combinado con la magia y creatividad que aportaba Cruyff y una gran diversidad de perfiles: la técnica y el arte de Laudrup, Koeman o Guardiola, la agresividad y carácter ofensivo de Stoichkov o Julio Salinas y el buen hacer defensivo de Ferrer, Nando o Juan Carlos, con Zubizarreta como gran portero.
No eran un grupo sino un equipo cohesionado: cada uno era muy bueno en lo suyo y lo ponía a disposición del conjunto para mejorar el resultado global. Todo ello en un entorno de confianza que no evitaba feedbacks de mejora a los compañeros cuando era necesario.
El miedo y la ilusión son las dos palancas principales de motivación. Cruyff apostó por la ilusión y por afrontar con sensibilidad el agobio natural de los 5 minutos antes de empezar un evento crítico que exige lo mejor de nosotros.
Cambió el foco y triunfó: pasando del miedo al fuego en la mirada, la energía en las piernas y la agilidad en las decisiones.
Y además aquel triunfó fue el germen para que la mentalidad del club empezara a transformarse y pasara de verdad a creerse que podía ser referente en el fútbol europeo, logrando después otras 4 Copas de Europa ya en los años 2000.
La excelencia muchas veces reside en la simplicidad, en poner intuición sobre nuestras bases racionales de experiencia y saber hacer para lograr resultados extraordinarios.
Cruyff bien decía: “Jugar al fútbol es fácil pero jugar fácil al fútbol es lo más difícil que hay”.
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