Después de muchos años de hacer las cosas de la misma manera, por fin, las empresas están cambiando su forma de entender el negocio. Y esta nueva visión tiene en su eje principal a los empleados, lo que incluye también a los futuros empleados y los procesos de selección.
Buenas personas, eso es lo que hace falta de verdad en las empresas. Porque las buenas personas son el motor real de la sociedad, las que hacen que ésta evolucione, las que justifican y hacen que valga la pena vivir en este escenario que nos ha tocado.
No hay mucho que decir, porque todos sabemos reconocer a las buenas personas, las de verdad, no las que quieren parecerlo, pero se detecta a la legua que es una pose. Porque una buena persona es buena en el trabajo, en la calle o en cualquier lugar y situación.
Son gente motivada, con principios y valores, respetuosas y amables, sonrientes, atentas… Son las personas que todos queremos ser o tener cerca, aunque no siempre sea el caso.
La actitud es lo más importante, más que el conocimiento. El conocimiento, el saber hacer, se aprenden, se practican. La actitud, el centro de lo que somos, no puede cambiarse. Y es, precisamente lo que afortunadamente se empieza a valorar en los procesos de selección. Que se considere una pieza más a tener en cuenta a la hora de contratar. Es mucho más fácil que una buena persona encaje en una empresa formada y llena de buenas personas.
Todos hemos tenido (y tenemos) de esos compañeros tóxicos, esos compañeros individualistas que no saben trabajar en equipo, que no se caracterizan por ayudar a nadie que no sea ellos mismos, a los que les encanta crecerse y que consiguen grandes objetivos no importa el cómo y no importa a quién pisen por el camino.
O esos jefes que para ser respetados infunden miedo entre sus equipos y no andan muy puestos en temas de motivación.
Cierto, estos jefes y compañeros nos aportan experiencia, pero sobre todo nos dan una idea de lo que no queremos, de lo que no necesitamos, por eso es tan importante realizar un proceso de selección para encontrar al candidato perfecto, no sólo porque técnicamente encaje en el puesto, si no porque encaje en la empresa. Un proceso de selección que incluya la empatía, los valores…o aquellos rasgos que representen a una buena persona y la hagan ideal para la empresa.
En definitiva, las buenas personas están de moda, tanto para salvar el planeta como para hacer equipo en las empresas. Esperemos que sea una corriente que llegue para implantarse definitivamente y no una moda pasajera. Así quizás, llegará el día en que podamos decir que las buenas personas son las que llegan a lo más alto, las que dominan el mundo, las que hacen las reglas. ¿Utopía? Puede que no, los grandes cambios empiezan por ir incorporando pequeños hábitos y creencias.
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