Participar en un evento como ponente o dirigir una reunión de trabajo complicada o mediar en un conflicto laboral con miembros de diferentes equipos, o qué se yo, mantener una conversación sobre una revisión salarial o una evaluación del desempeño, puede, en según y qué casos, provocar grandes dosis de tensión, e incluso, generar ciertos niveles de ansiedad alarmantes.
El aumento de la frecuencia cardíaca o de la transpiración son solo algunos ejemplos de cómo nuestro cuerpo responde físicamente a estas situaciones de estrés, dejando claro que hablamos de algo que no solo afecta a nuestra salud mental, sino también a nuestra salud física.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido recientemente el “Síndrome del trabajador quemado” incluyéndola así en la Clasificación Internacional de Enfermedades. O, lo que es lo mismo, reconociendo que un trabajador “quemado”, es un trabajador enfermo. Más aún, es un trabajador que padece una enfermedad profesional, por lo que las organizaciones deberán empezar a pensar -si no lo estaban haciendo ya- en planes de prevención a partir de enero de 2022.
Estar “quemado” o estresado no es nada nuevo. Lo realmente novedoso es que los trabajadores lo reconozcan abiertamente en el contexto de su ámbito laboral. No siempre es fácil reconocer el estrés, ni el propio ni el ajeno. Por eso, es importante tomar conciencia en el entorno de trabajo, sobre la importancia que tiene, para todos, la salud -física y mental- de todos los que forman parte de la organización. Y, por supuesto, emprender acciones al respecto.
Hay que apostar por la transparencia y por compartir los efectos que provoca la excesiva presión a la que muchas veces nos vemos sometidos. Desde el punto de vista de la gestión de equipos, resulta mucho más sensato -a la par que honesto- pedir un día libre o ausentarse del trabajo para sobreponerse a los altos niveles de estrés que fingir sufrir otra clase de patología (catarros, gripes, migrañas, dolores musculares, etc.) Mentir sobre lo que, realmente está pasando dificulta la identificación del problema y la búsqueda de una solución efectiva.
En el entorno de los recursos humanos que, en cierto modo, son los garantes del cumplimiento de las culturas corporativas, cualquier avance en esta dirección es relevante ya que, como decía antes, es difícil que las personas admitan que están luchando contra el estrés o contra cualquier otra sensación causada por la excesiva presión, o las cargas desbordantes de trabajo.
Pero identificar el problema no es lo único. Quizá sea lo primero, pero no lo único. Si hay un nivel alto de exigencia, los empleados deben recibir el apoyo que necesitan, quizá también con fórmulas de trabajo más flexibles, pudiendo tomar el control sobre cuándo, dónde y cómo trabajan. Ahora bien, reconozco que la pelota no solo está en el tejado de la empresa: las personas también deben asumir la parte de responsabilidad que tienen sobre su propia salud y bienestar.
El entorno de los recursos humanos forma parte del problema, pero también, forma parte de la solución. En este sentido, desempeña un papel estratégico a la hora de garantizar que la salud y el bienestar laboral de todos sea tomado muy en serio, asegurándose de que este interés se pone en práctica todos los días de manera efectiva sobre el terreno: entendiendo lo que sucede, animando a los managers a colaborar y trabajar en equipo, proporcionándoles la formación y las herramientas necesarias para que puedan identificar las primeras señales de alerta, …
Con respecto a lo que puede hacer la tecnología al respecto, creo que, en aspectos concretos, por ejemplo, desde el punto de vista de la detección, contar con un sistema que ayude a identificar patrones concretos de ausencias nos dará una pista sobre posibles situaciones de riesgo en departamentos y áreas concretas. También acotará el círculo, identificando a aquellas personas que registran niveles de absentismos más altos o más frecuentes. Habrá que empezar analizando las causas de esas ausencias para poder avanzar en la solución.
Y, en un espectro más amplio, conocer mejor a los empleados -algo que hace factible también la tecnología- ayudará a los managers a comprender cuáles son los factores desencadenantes del estrés, si las personas se sienten seguras y apoyadas en sus trabajos. Y, en todo caso, el diálogo abierto y fluido en el equipo alentará a las personas a compartir sus inquietudes y a apoyar a sus compañeros. La tecnología será siempre un facilitador, por lo que habrá que tenerla siempre muy en cuenta.
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