Por muy claro que creas que te explicas, la realidad es que los empleados en muchas ocasiones no entienden la mitad de lo que quieres decir. No porque uses palabras raras, ni porque guardes información, ni porque hables en un idioma que no domines o ellos no entiendan. La verdadera razón es que las palabras que usas son polisémicas, es decir significan muchas cosas y frecuentemente ocurre que lo que para una persona significa una cosa, para otro significa otra.
Por ejemplo, cuando dices a un empleado que quieres “más compromiso” por su parte, en realidad ¿qué estás pidiendo? El compromiso puede interpretarse como querer que dedique más horas a su trabajo, de hecho, es lo que suele entenderse cuando se les pide. Pero no tiene por que ser así, querer más compromiso puede ser también que se esté pendiente hasta el final de los proyectos que se empiezan o que defienda mejor los intereses del equipo, de la empresa o del departamento.
Cuando le preguntas a un profesional qué significa más compromiso, muchos responden, estar “más implicados”, pero eso tampoco aclara nada. Imaginemos que un jefe dice a un empleado que quiere más implicación por su parte, cuando ya le dedica muchas horas diarias a la empresa. Se preguntará ¿qué más querrán de mí? ¿qué más le puedo dar? y, en conclusión, seguirá sin entender lo que buscas.
En las empresas también se hace mucha referencia a la “responsabilidad”. Pero ¿con qué intención?, con la de pedir más autonomía para tomar decisiones, con la de hacerse cargo de algo que no se está asumiendo, con la de reconocer un error cuando hay equivocaciones, sin excusas, sin echar balones fuera… nada de esto es lo mismo. ¿Qué significa entonces más responsabilidad? Para terminar de enredar el problema, es muy común que cuando se nos pregunta, que a qué nos estamos refiriendo, se líe todavía más la conversación con expresiones como “queremos más empowerment”, o “debes trabajar más tu accountability”.
En definitiva, comprobamos a diario que usamos frecuentemente palabras poderosas con diferentes significados, con diferentes interpretaciones, y muchos de los problemas de comunicación derivan de este hecho.
Hay dos caminos para asegurarte de que tus colaboradores entienden bien el mensaje: concretar los comportamientos que esperas y verificar lo que tu interlocutor entiende.
El primero es acordar expresamente lo que significan las palabras clave con tu interlocutor. En lugar de presuponer que tu interlocutor le da el mismo sentido que tú a esas palabras polisémicas, concreta tu petición en comportamientos.
Es decir, una vez que hagas una petición concreta, como por ejemplo “quiero más responsabilidad por tu parte” puedes continuar la frase explicando el comportamiento que se está buscando, o lo que se pretende que deje de hacerse. Cuando algo que se solicita se explica a nivel del comportamiento, todo es mucho más claro y jefes y empleados se entienden mejor, con mucha más claridad.
El segundo camino es dedicarle un tiempo a verificar si te has explicado bien preguntando a tu interlocutor para que, con sus palabras, exponga que cambio de comportamiento entiende que le estas pidiendo.
Estos dos caminos además sirven no solo en la empresa. Negociar el significado de las palabras, aclarar su significado y explicarnos en términos de comportamiento, tiene las mismas ventajas también con la familia, con los amigos, etc. Por ello además de en la empresa, si se tienen en cuenta estos consejos, tu vida será más fácil y, lo más importante, será mucho más efectiva.
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