La formación en la empresa consiste en enseñar a los empleados los conocimientos y habilidades que necesitan para realizar sus tareas diarias. También tiene como objetivo aumentar sus habilidades. Estas capacitaciones son obligatorias, pero a pesar de que hay muchas, no parecen ser efectivas.
Las compañías invierten el 80% de su presupuesto de formación en cursos tradicionales. Sin embargo, este sistema plantea varios problemas:
- Su precio: son demasiado caros para las empresas. Los costes de un curso de formación varían en función del número de participantes, pero el precio puede ser de hasta 2.000 euros por persona.
- Su formato: las clases se imparten de forma tradicional: un formador habla y los alumnos toman notas. Sin embargo, después de veinte minutos, el alumno ya ha olvidado el 40% del contenido del curso. Después de un mes, esta cifra aumenta hasta casi el 90%. Si no se aplica de forma inmediata lo que se aprende en la formación, especialmente cuando esta pretende introducir el dominio de un software nuevo, es inútil. No aporta ningún rendimiento a los participantes.
- Formadores: las empresas a menudo dependen de organizaciones externas para su contratación. Puede ser que el profesor sepa cómo usar el software, pero esto no garantiza que esté enseñando a usarlo eficazmente.
- Contenidos inapropiados e irrelevantes: la falta de relevancia de la información desmotiva a los empleados. Si el interés en aprender una nueva herramienta o software no es obvio para ellos, pondrán menos esfuerzo. Además, existe un desequilibrio en el aula, ya que los alumnos tienen conocimientos desiguales. En definitiva, si el formador y el contenido no se adaptan a sus necesidades, nadie se beneficiará de la formación.
Otros métodos, como el e-learning, que utilizan vídeos o cuestionarios online, tampoco son efectivos, ya que los vídeos son demasiado caros para producirlos en relación con el resultado, y los cuestionarios no revelan las capacidades reales de los alumnos: el hecho de que un candidato responda correctamente a las preguntas no significa que sepa realmente cómo dominar el software que se le está enseñando.
Con la aparición de nuevos métodos de trabajo y nuevas herramientas y software, los empleados de una empresa deben adquirir nuevas habilidades tecnológicas. La formación en software de una herramienta que es demasiado complicada o larga de entender, resultará ser una pérdida de tiempo más que un activo para el empleado.
Las mejores herramientas son las más simples
Para mejorar estas formaciones y, en particular, su relación calidad/precio, es necesario poner en marcha varias acciones:
- Concentrarse en la práctica: a los empleados se les debe enseñar directamente cómo usar la herramienta. Mediante la práctica, se domina más rápidamente una nueva herramienta.
- Herramientas relevantes: estas deben proporcionar ayuda concreta en la vida diaria del empleado y encajar lógicamente en sus tareas profesionales, ya que así le darán motivación y un propósito claro a la formación.
- Una experiencia de usuario (UX) perfecta: la experiencia del usuario es esencial a la hora de aprender y utilizar una herramienta. Un buen UX asegurará un aprendizaje rápido y eficiente.
- Herramientas simples e intuitivas: cuanto más sencillo sea su uso, más rápido y fácil será su aprendizaje.
Afortunadamente, ahora hay herramientas disponibles para los neófitos, que no requieren ningún entrenamiento para dominarlas por completo.
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