Hace años, todas las teorías económicas coincidían en que las empresas tenían que optimizar los beneficios, como retorno a la inversión de sus accionistas y, por ende, a la sociedad en general, pero si bien es cierto que el retorno del capital es fundamental para crear riqueza, también lo son las personas que intervienen en su consecución.
Y aunque todavía hay muchas compañías estancadas en el pasado, con empleados infelices y culturas negativas, el mundo empresarial ha cambiado, debido a que los clientes exigen a sus proveedores la excelencia, los empleados piden a sus organizaciones trabajar en un ambiente inspirador y motivador, para así cerrar el círculo y que las empresas reviertan a la sociedad lo mejor de cada una de ellas y de sus integrantes.
Pero este concepto no está creado ahora, hace más de cuarenta años dos directivos pusieron en práctica sus innovadoras ideas y encumbraron a sus respectivas compañías hasta los puestos más altos, siendo vigente en nuestros días sus pensamientos y métodos.
Jan Carlzon transformó con éxito tres empresas con graves problemas financieros, la última empresa fue SAS (Scandinavian Airlines). Su idea de liderazgo se basa en los dos motores fundamentales de la motivación de las personas: el miedo y el amor. Siendo el amor el hilo conductor dará lugar a trabajadores motivados, independientes, innovadores y productivos. Y esto se consigue a través de un liderazgo estratégico, de empleados felices y orientado al cliente.
Por su parte, Herb Kelleher democratizó el vuelo, haciéndolo asequible para el estadounidense medio, al hacer que Southwest Airlines se convirtiera de la nada, en una de las empresas americanas más valoradas, incrementando el valor de las acciones, por encima de otras empresas de S&P 500 en los últimos treinta años.
Afirmó que “el asunto de los negocios no es el negocio; el asunto de los negocios es la gente: ayer, hoy y siempre”. Además, que la cualidad principal de un líder es estar realmente interesado en las personas. Para ello, hay que mostrarles tolerancia, paciencia, respeto y empatía. Hacerles saber que les admiras, les valoras y les respetas como individuos, en lugar de verles solo como empleados.
Herb Kelleher era consciente de que las organizaciones podían crecer gracias a que las personas estaban involucradas y luchaba todos los días para que los empleados estuvieran lo más orgullosos posible de pertenecer a una empresa. En cada manual, proceso o playbook que alguna vez escribió, comenzaba con la misma frase: «Estas son nuestras pautas, siéntase libre de ponerlas al servicio del cliente».
Las ideas de liderazgo de Jan Carlzon y Herb Kelleher son más relevantes hoy que nunca, en un mundo cambiante donde la creatividad y la velocidad son clave para ganar, y en el que la guerra por el talento se gana principalmente en función de la cultura y el propósito.
¿Qué es lo que constituye la efectividad y felicidad en una organización, además de las ideas de Herb Kelleher y Jan Carlzon? Claridad: definiendo la realidad de los problemas únicos que la empresa tiene que resolver y el camino a seguir. Esperanza: intención realista y ambición inspiradora. Comunicación transparente y abierta: decir las cosas como son de manera respetuosa, y gestionar los desacuerdos de forma constructiva y manteniendo un espíritu positivo.
Las mejores empresas pueden tener un gran impacto en la construcción de un mundo mejor. Sé que es posible crear rendimientos competitivos de alto nivel a largo plazo y una cultura en la que las personas se sientan cuidadas y confiadas para hacer mejor su trabajo. Hay que tener en cuenta que la mayoría de la población activa del mundo trabaja en empresas, y si son efectivos y felices en el trabajo, también lo llevarán a sus familias y comunidades.
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