La septuagésimo segunda Asamblea Mundial de la Salud incluyó en su guía de enfermedades asociadas al empleo el síndrome del trabajador quemado o «burn out». Aún recuerdo el sencillo «burning alive» de AC/DC que siempre me recordó éste síndrome, casi siempre mal asociado a depresiones, angustia, ansiedad o estrés y nunca tratado como tal en el entorno laboral, sino como algo que venía de la esfera privada del individuo y afectaba a su rendimiento . A partir del año 2022 esto dejará de ser así: se abre una etapa de comunicación y cambio de impresiones de este nuevo fenómeno para establecer de la manera más clara quién puede estar afectado por este problema. Lo que sí es claro es que el síndrome del trabajador quemado obedece a una serie de características y actitudes muy claras que siempre están presentes cuando se desarrolla:
- Suele afectar a gente muy comprometida con su trabajo, siempre activa y pendiente del mismo, incluso fuera de horas de trabajo y con constante énfasis en hacer las cosas de manera correcta y con eficiencia absoluta.
- Suele aparecer al cabo de los años, sobre todo a partir del quinto año de trabajo en la misma empresa y siempre cuando las labores a realizar se hacen monótonas. Es entonces cuando tiene su desarrollo si no es tratada de manera adecuada, y es a partir del octavo año cuando se puede empezar a intensificar. A partir del décimo año, sin lugar a dudas, puede provocar problemas graves.
- Es producido por un agotamiento físico y mental crónico que puede aparecer por sí mismo o en comunión con otros aspectos. Ello provoca un distanciamiento psicológico del trabajo y genera incluso sentimientos negativos o de culpa llegando a frustrar al individuo que se ve incapaz de realizar las tareas de manera correcta. La persona va perdiendo esa efectividad que antes tenía, lo que retroalimenta el malestar y provoca desmotivación produciendo sin lugar a dudas una disminución clara de la eficiencia profesional y personal.
- No es algo espontáneo sino que se genera gradualmente y como tal se puede tratar. Desde hace muchos años empresas como Click4bs están investigando éste síndrome y su tratamiento, que parece pasar por la gestión de las emociones (ad intra y ad extra del mundo laboral) teniendo en cuenta que cada uno tiene una sensibilidad y una percepción de lo que ocurre a su alrededor claramente distinta. Es algo que se trata de manera individualizada y también en grupo y algunas grandes empresas ya lo realizan, aunque todavía son pocas. Aunque se habla mucho de departamentos de bienestar y felicidad, lo cierto es que no se llega a entender en muchos casos el foco o la raíz del problema y se quedan sólo en la capa superficial; esto es debido en gran parte a la falta de preparación para atender éstas casuísticas no sólo de un modo científico sino más transcendental.
- El síndrome del trabajador quemado se refiere únicamente al ámbito laboral, y no al personal, aunque a veces ambas situaciones se retroalimentan. Hay que tener en cuenta que en nuestro país esto no es algo nuevo; de hecho en 2005 el TSJ de Cataluña dictó sentencia a favor de una profesora que fue considerada “trabajadora quemada” por soportar un excesivo nivel de responsabilidades en comparación con sus tiempos de recuperación. Lo que sí es nuevo es su enfoque: ahora se va a tratar desde la esfera laboral a la privada y no al revés, como se estaba haciendo.
Los colectivos con más riesgo de sufrir este síndrome son aquellos que atienden al público: funcionarios, maestros, médicos, hosteleros, etc, y las primeras estadísticas que conocemos de manera más fiable señalan que afecta más a mujeres que a hombres, suele aparecer fundamentalmente en menores de 35 años y personas sin pareja, o en personas con familias desestructuradas o sin familiares cerca.
Cada vez se hace más necesario tratar las enfermedades de nuestro siglo, muchas de las cuales son provocadas por nosotros mismos de manera directa a través de nuestro ritmo de vida y de los estereotipos que nos impone una sociedad demasiado exigente en cuanto a los modelos a seguir. Una sociedad en la que predomina aparentar que todo está bien en lugar de estarlo realmente, y que reduce al absurdo inmediato al individuo dueño de sí mismo en pro del grupo.
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