Cuando supe que Carlos Molina se había embarcado en un emprendimiento social, y conociéndole ya un poco, vi claro que no me iba a poder poner de perfil. Cambiando impresiones con él sobre la gran aventura que suponía 50Pro, convinimos que mi aportación al proyecto podría ser compartir mi experiencia sobre el emprendimiento social.
Desde que a mediados de los 80 dejé el ejercicio de la abogacía para centrar mi dedicación profesional en el mundo fundacional y, más concretamente, en el de la cooperación internacional para el desarrollo socioeconómico de comunidades desfavorecidas, pude empezar a admirar el gran impacto de emprendimientos sociales a los que, en aquellos tiempos, todavía nadie llamaba así, y esa experiencia es la que Carlos me animó a compartir con los participantes en 50Pro.
Hace ya años que algunos valientes filántropos entendieron que, aun siendo muy importante el trabajo de las ONG, había un amplio campo desatendido que era el de las iniciativas empresariales con un marcado sesgo social. No se trataba de sustituir el maravilloso trabajo de las entidades sin ánimo de lucro, sino de abrir un hueco entre éstas y el mercado puro y duro, para dejar respirar a iniciativas empresariales cuyo objetivo fundacional combinaba el enfoque social de las ONG y la búsqueda de rentabilidad de las empresas. Como diría uno de esos visionarios filántropos a los que me refería, una mezcla ente la Madre Teresa de Calculta y Richard Branson.
Y es precisamente sobre esta virtuosa y provocativa mezcla, sobre lo que vengo debatiendo con los alumnos de 50Pro, siempre con abundantes ejemplos prácticos, entrevistas en vídeo y un enfoque lo más interactivo posible. Me gusta arrancar mis sesiones sobre emprendimiento social con la misma reflexión: no te voy a animar a tirar por la borda los muchos conocimientos y experiencia que has adquirido a lo largo de los años, pero sí voy a intentar reformatear tu disco duro, en lo que se refiere a la importancia de la rentabilidad monetaria de cualquier proyecto empresarial; y vete a saber si al finalizar tu programa 50Pro te plantearás emprendimientos que nunca habrían pasado por tu cabeza.
Porque, rentabilidad, sostenibilidad, modernidad, excepcionalidad, y un largo etcétera, no están en modo alguno reñidos con que el punto de partida de tu emprendimiento sea dar solución a un problema social. Y así, a lo largo de la sesión, descubrimos casos admirables que van desde el emprendedor que consigue competir a lo grande en el mercado alimentario, con productos elaborados por jóvenes con algún tipo de discapacidad o desubicación social, hasta la emprendedora que consigue coordinar productoras textiles a pequeña escala, para responder a los más altos requerimientos del sector, por poner dos ejemplos paradigmáticos.
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