A menudo me pregunto qué estamos haciendo con la empresa. Con frecuencia me encuentro a profesionales, con años de experiencia y un alto nivel de responsabilidad, mostrando un cuadro de ansiedad, tristeza, estrés, que me resultan incomprensibles. Profesionales que están recurriendo a apoyo de psiquiatras, psicólogos y fármacos para mitigar la ansiedad y el dolor que les generan las reuniones de dirección, la relación con sus jefes y con sus propios compañeros.
La “vidabilidad” es una condición que tienen las empresas que son compatibles con una vida satisfactoria. Tiene que ver con la defensa de la dignidad, del respeto, de la excelencia y también de la exigencia, pero sin romper a los colaboradores. Una empresa no hace un mundo más amable si no es amable hacía dentro.
La labor de dirigir, y el trabajo en general, debería ser disfrutable. Sin embargo, en un afán de ser exigentes y ambiciosos muchos equipos directivos han creado una cultura de trabajo y un sistema de relación incompatibles con el disfrute.
Parte de mi trabajo como asesor es ayudar a los directivos a sobrellevar estas situaciones, animarles a no perder la perspectiva, no darle a la sobre-reacción de sus jefes más importancia de la que tiene, y adaptarse a un entorno innecesariamente duro y hostil. Los ataques de ansiedad, las úlceras de estómago, las contracturas cervicales, el insomnio y las enfermedades “raras” se las dejo a la medicina paliativa.
Los datos sobre bajas laborales mandan un mensaje muy claro. 173 millones de días al año perdidos por bajas laborales en España, según los datos del IEPP (Instituto Europeo de Psicología Positiva) que maneja datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), AMAT (Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo) y de la AEEMT (Asociación Española de Especialista en Medicina del Trabajo), entre otros organismos.
Esto viene a ser el trabajo equivalente a 700.000 personas al año. El coste de esta realidad son 75.000 millones de euros anuales. Lo sorprendente es que el 51% de estas bajas en Europa (el 30% en España) entran en la categoría de Bajas por Estrés.
Ser ambicioso, buscar la excelencia, elevar el nivel de exigencia no puede ser incompatible con el disfrute y el bienestar de los directivos. Una cosa es evitar el conformismo y el estancamiento y otra tener al equipo deseando un escapar de la compañía a la primera oportunidad.
Igual que la bofetada a un niño revoltoso habla de la falta recursos de sus progenitores para educar de otra manera, la ansiedad, el miedo y el malestar directivo habla de la incapacidad de los jefes para dirigir mejor, por mucho que lo disfracen de agresividad y exigencia en su aspecto más positivo.
Las empresas “vidables”, rinden más y lo hacen de forma sostenible en el tiempo. Los jefes con la tendencia a generar miedo, tensión y malestar en sus equipos no son mejores jefes, son normalmente inmaduros, egocéntricos e incapaces de hacerlo mejor.
Liderar consiste en crear espacios a los que las personas quieran pertenecer. Desde la amenaza y el miedo puedes conseguir la acción de los profesionales pero no el corazón de las personas que es desde donde marcan la diferencia. No hay viabilidad, sostenible en el tiempo, sin “vidabilidad”.
Por último, si tu empresa no es un ecosistema amable donde crecer y desarrollarte, empieza ya a tomar decisiones.
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