Desde hace décadas se habla de la función de formación en las empresas como una palanca clave en el impulso de la estrategia y para la consecución de los objetivos. Y desde entonces se trabaja, con mayor o menor éxito, en el desarrollo e implantación de modelos de formación que hagan buena la anterior afirmación.
La clave es construir el engranaje adecuado en cada caso que permita traccionar a la empresa en la dirección que pretende y al ritmo que quiere. Eso requiere necesariamente dedicar a las personas de las áreas de formación, en la mayoría de los casos en número muy ajustado, a comprender con claridad qué quiere la empresa, qué necesita para conseguirlo, qué tiene y qué le falta, es decir, identificar el gap de conocimientos, habilidades y actitudes y cómo, desde la formación, puede reducirse ese gap de manera eficaz.
Se describe el proceso en un párrafo, pero su puesta en práctica no resulta tan sencilla. Hay que hacer el trabajo y hay que poder calcular, con el mayor rigor posible, en qué medida se contribuye a la consecución de los objetivos de negocio y si pueden considerarse los costes de la formación una inversión más o menos rentable.
En definitiva, es un proceso complejo y altamente consultivo, especialmente en sus fases iniciales, y con una carga administrativa no despreciable, de poco valor estratégico,pero clave para la perfecta ejecución del Plan.
Las empresas de consultoría de formación llevan años adecuando sus soluciones y servicios a las diferentes fases del proceso, tratando de aportar un valor diferencial, necesario y cuantificable que les permita ser verdaderos compañeros de viaje o “partners” de sus clientes.
Se trata de canalizar años de experiencia en el acompañamiento de clientes a través de este proceso,mediante la definición de metodologías de trabajo específicas para cada una de las fases. Consiste en diseñar servicios de consultoría de alto valor con una base sólida y una visión completa.
El foco no está, ya desde hace mucho tiempo, en impartir cursos de formación. El trabajo esidentificar y entender los objetivos del cliente, hacerlos nuestros y aportar soluciones para conseguirlos. Pero no sólo los objetivos de negocio. También identificar el camino trazado por el Departamento de Formación y convertir nuestra colaboración en la mejor ayuda para recorrerlo, esto es, eliminar todos aquellos obstáculos que impiden a los ajustados Departamentos de Formación centrarse en las actividades de valor.
Las empresas de consultoría debemos actuar como catalizadores del éxito de la función de Formación. Para ello, trabajamos en entender la cadena de extremo a extremo y la analizamos por piezas con la precisión de un relojero, diseñando en cada caso el engranaje preciso que haga que todo funcione en la dirección pretendida. Comprendemos el negocio, aplicamos herramientas para valorar el momento de la empresa, su situación, su cultura organizativa y su estilo de liderazgo, medimos a las personas en las dimensiones requeridas y, en ese contexto particular que resulta, diseñamos las soluciones para cada caso específico, construimos todos los elementos de la solución y las ponemos en marcha asumiendo cada una de las partes del proceso, siempre según las necesidades del cliente y el rol que haya diseñado para nosotros: consultoría, gestión, impartición, acompañamiento en la transferencia, tecnología de apoyo, etc.
No se trata únicamente de desarrollar dinámicas ingeniosas que sirvan para mantener inalterable la atención del participante y muy elevado el “ludómetro” en el aula, sino de diseñar los modelos de aprendizaje adecuados en cada casoque, por una parte, permitan a los participantes comprender e interpretar los conceptos tratados y desarrollar la habilidad para incorporarlos a su desempeño profesional, de modo que, en su vuelta al día a día, consigan navegar en la dirección adecuada y a la velocidad de crucero pretendida por el negocio y, por otra, cubran adecuadamente las necesidades de la empresa eliminando posibles puntos de interrupción de la actividad. Cada necesidad requiere una solución adecuada a su naturaleza.
Todo este proceso requiere de un soporte administrativo eficaz, orientado al resultado y a la satisfacción de los empleados. Esta función administrativa debe ser profesional y garantizar la correcta ejecución de la formación en tiempo y forma, con absoluta eficiencia, con calidad tanto objetiva (sobre la base de indicadores concretos y medibles) como percibida (en relación a la satisfacción de los empleados con el servicio de formación) y con garantía de continuidad, en el sentido de prever un proceso continuo independientemente de quien lo pilote.
Es una tarea poco vistosa, que se complica en función de la amplitud del proyecto formativo en la empresa y, obviamente, del tamaño y que, por la dedicación que exige, distrae al personal propio del Departamento de Formación de las actividades de mayor valor. Es además una tarea que requiere dedicación propia como forma de evitar la excesiva estacionalidad de las acciones de formación y cierta flexibilidad en determinadas empresas por la posible variación de la intensidad formativa de un ejercicio a otro.
La gestión completa de las acciones formativas que con tanta dedicación y esfuerzo se han diseñado y construido, en aquellas empresas en las que la formación es definitivamente un elemento clave en la consecución de los objetivos de negocio y en la retención y atracción del talento, resulta definitivamente clave.
La aportación en este sentido de las empresas de consultoría de formaciónes que permiten disponer de una estructura profesional dedicada y escalable y eficiente bajo una gestión del servicio fundamentada, por un lado, en una metodología sólida que procure un ciclo continuo de medición de resultados y ajuste del servicio y, por otro, en una amplia experiencia que asegure la calidad tanto objetiva como percibida.
En nuestro intento como empresas de formación por aportar soluciones completas y de valor, trabajamos desde hace años en el desarrollo y puesta en marcha de soluciones de gestión que cierren el círculodesde la perspectiva completa de la cadena de valor de la formación, integrando, a medida en cada caso, servicios de consultoría de formación, impartición de acciones formativas, gestión administrativa, logística y de las ayudas financieras de la Administración y tecnología de soporte en todas las fases del proceso. Todo ello sobre la base de una sólida experiencia en clientes de diversa naturaleza y sector, con un enfoque de eficiencia, calidad y garantía de continuidad, con una visión completa (indispensable) de la Función de Formación en la empresa y, con el desarrollo en interno de todas las capacidades necesarias con equipos especializados en cada caso.
El objetivo siempre es diseñar la solución más adecuada, fundamentada en la combinación precisa de los servicios mencionados y, de este modo, ayudar a nuestros clientes a recorrer con éxito el camino trazado.
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