Vivimos en un mundo inmerso en un vertiginoso cambio en el que destacan dos grandes temas: tecnología y globalidad.
Estos dos temas son un mar de fondo, y de superficie, que agitan los cimientos de las formas de hacer tradicionales. Sobre todo, en campos tan importantes como la gestión de proyectos, que está casi al borde de un cambio de paradigma.
No es concebible hoy en día un gestor de proyectos que no entienda de tecnología. Tampoco lo es que no se preocupe por entrenarse y mejorar sus habilidades como estratega, como comunicador, como pensador o como negociador. No se puede trabajar en un mundo global, sumamente cambiante si no se domina el arte de gestionar la incertidumbre y la diferencia cultural. Esto obliga a un giro en la formación y en las competencias, en las que deben pasar a tener mucho mayor peso las llamadas soft skills. Esto no quiere decir que dejemos de lado la técnica, pero ésta también está cambiando. Ya no hablamos ni siquiera de Big Data o de Smart Data, o incluso de Blockchain. Estamos hablando de Inteligencia Artificial (IA), de Internet of Things (IoT), DevOps, Wearables o ciberseguridad. Estas tecnologías permitirán automatizar todos los procesos numéricos y la toma de decisiones basada en números, e incluso en selección e identificación de competencias. Ya empieza a haber en el mercado soluciones en este sentido, basadas en IA. Es más, se empieza a hablar del Robot Project Manager.
¿Cuál va a ser la misión del Project Manager en este contexto? En un mundo donde esté automatizado lo numérico, lo temporal, la selección o la toma de decisiones, la labor del Project Manager residirá en aquello que no puede hacer una máquina: escuchar los intereses y las necesidades, comunicar, convencer, negociar, ponerse en el lugar de otro, es decir, labores emocionales y cognitivas profundas que todavía no somos capaces de imaginar en una máquina. Además, ya se está produciendo un cambio de filosofía en la forma de entender los negocios y las empresas basado en lo ágil (Business Agile). No se puede trabajar en un entorno Agile si no se mejora la comunicación, si no se trabaja para tener una mente más flexible y si no se está cómodo en el cambio y en la incertidumbre.
Por tanto, es necesario que el buen Project manager de hoy haga un esfuerzo por conocerse bien, entrenarse en soft skills desarrollando inteligencia emocional, y entienda que a lo que se enfrenta es a un mundo apasionante donde debe saber gestionar lo intangible y elegir la tecnología que mejor le permita gestionar lo tangible. Evidentemente, debe seguir formándose en lo técnico. Pero eso, hoy en día, ya es claramente insuficiente.
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