La importancia de la mirada apreciativa en procesos de selección

El desarrollo de procesos de selección es para empresas y candidatos un posible factor de estrés. La incertidumbre de saber si el candidato encajará en los valores de la empresa o si cubrirá con las expectativas de la posición, especialmente en cargos directivos, por un lado; y la anticipación ante un nuevo reto profesional o una oportunidad de desarrollo para el candidato, son elementos que crean un marco de gestión retador e influyen en el éxito en los procesos.

Cuando una organización se plantea hoy abrir un proceso de selección para un perfil directivo el objetivo es claro: cubrir una vacante. Lo habitual es valorar a los profesionales en función de su trayectoria y de su situación actual. Por lo tanto, se sigue un modelo basado en las competencias y en su posible alineación con los retos y objetivos más inmediatos que plantea la posición a cubrir.

Este modelo, aunque basado en el corto plazo, ha sido fundamental durante años para estandarizar los procedimientos de los departamentos de recursos humanos, organizar las responsabilidades de las diferentes áreas de negocio o facilitar la toma de decisiones de forma objetiva y justa.

El contexto actual marca una situación diferente. Cada vez más los directivos y altos mandos buscan proyectos y puestos más especializados que les permitan desarrollar sus objetivos profesionales. Así, los procesos de selección basados en un modelo competencial resultan demasiado simples, ya que no tienen en cuenta si las aspiraciones de los candidatos y de la organización son similares. Es necesario impulsar un modelo que observe el potencial de crecimiento de las personas y sus máximas posibilidades dentro de la empresa.

Este es el objetivo que persigue precisamente la mirada apreciativa en los procesos de selección: en vez de analizar los candidatos en base a su pasado y su presente, se buscan sus puntos en común con la organización con el objetivo de establecer una relación más sinérgica y centrada en el largo plazo. Este modelo supone una ruptura en la visión de la organización porque no solo pretende cubrir una vacante sino también ser el origen de nuevas oportunidades para el negocio. Los procesos de selección dejan de ser una herramienta y se convierten en un motor de crecimiento.

De hecho, el modelo de mirada apreciativa sigue una filosofía más humanista en los procesos de selección, una tendencia cada vez mayor en la gestión de los recursos humanos. En vez de centrarse en aquello que les falta a los candidatos por desarrollar o las competencias que todavía no han desarrollado, se fomenta una visión más positiva y constructiva que garantiza mayor éxito en la selección.

Además, este modelo no se limita solo a la selección de talento emergente, también es muy beneficioso para hacer una gestión más eficiente del talento interno. El hecho de impulsar una visión más estratégica, basada en las oportunidades de crecimiento, potencia al máximo los recursos de la empresa. En definitiva, es más fácil identificar y promocionar los mejores profesionales, aquellos que aportan valor a los proyectos para ocupar posiciones ejecutivas.

¿Y desde el punto de vista de los candidatos? La selección por mirada apreciativa genera más interés y motivación durante el proceso. Los profesionales pueden proyectar sus oportunidades y valorar si la cultura de la organización encaja en sus retos individuales profesionales. De esta forma, tiene una mayor predisposición a involucrarse de pleno en el proyecto, dando nuevas ideas y, en definitiva, aportando verdadero valor para la consecución de los objetivos.

Dejar atrás el modelo competencial es un paso cada vez más necesario en la selección de directivos. Las inquietudes de los nuevos perfiles ejecutivos y el contexto laboral actual marcan un nuevo punto de partida en el que las organizaciones deben apostar por una visión con la que negocio y personas puedan crecer juntos.