El concepto de liderazgo en el sentido tradicional está obsoleto, el futuro perfila un esquema de liderazgo colectivo en el que la colaboración, la flexibilidad y la contribución de todos los individuos son esenciales. Casi cada día hablo con organizaciones de diferentes sectores, tamaños y modelos de negocio que tienen una inquietud común; asegurar su éxito empresarial en el futuro, evitando que nuevos entrantes amenacen su estabilidad.
Vivimos en un entorno de cambio, los próximos años serán críticos para asegurar que nuestros proyectos empresariales se adaptan a un mercado más ágil, más competitivo y también más complejo. Todas las industrias y corporaciones están afectadas por este reto, pero solo las más innovadoras y eficientes triunfarán.
Empecemos pensando en las organizaciones con una mirada objetiva, ¿son realmente ágiles? Algunos de nosotros hemos iniciado el proceso, implantando en la organización tradicional algunas estructuras más ágiles que permiten lanzar proyectos y aplicar nuevas metodologías de trabajo. Intentamos agilizar, pero nuestra organización está orientada a la mejora de procesos, nuestro “legacy” nos hace creer que solo alcanzamos la excelencia a fuerza de supervisión y de las buenas decisiones que han tomado unos cuántos, es el mantra que nos acompaña y, ¡cuánto cuesta despegarse de él!
Reflexionemos ahora sobre el tipo de liderazgo que necesitamos en este entorno, ¿dónde están esos managers? ¿Quién está dispuesto a liderar sin tomar decisiones? ¿Quién está motivado para ser un jefe facilitador invisible?
Se trata de un cambio de paradigma. Hasta ahora los equipos aportaban datos a los managers para que tomasen las decisiones y se responsabilizasen, ahora pedimos a los managers que dejen decidir a sus equipos y que se conviertan en facilitadores. Y en la mayoría de las compañías, además, no ponemos en valor este tipo de liderazgo, sino que seguimos teniendo un modelo de referencia antiguo.
¿Ha cambiado entonces el perfil del líder?
En mi opinión, creo que no ha cambiado, simplemente se reafirma que el liderazgo es vocacional. Esta nueva forma de liderar equipos requiere generosidad y naturalidad, es innato a la actitud y manera de trabajar de unos pocos, pero antinatural para la manera de trabajar de la gran mayoría (desgraciadamente).
Las organizaciones que se preparan para el mañana requerirán perfiles de líderes inspiradores, con confianza, que manejen la empatía y colaboren, pero sobre todo líderes que disfruten apoyando, que su propósito sean las personas y el logro en sí mismo, sin tener ningún papel relevante.
Debemos aprender a no subestimar un estilo de liderazgo orientado al logro y a la consecución del objetivo común en el que es muy fácil observar el resultado obtenido por el grupo y muy difícil valorar la contribución del líder en la sombra. Estos líderes que están dispuestos a dejar el ego y la ambición personal en el perchero de casa, y con la expectativa de ser exitosos en su no liderazgo, esperan su oportunidad. ¿Está tu organización preparada para dársela?
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