Todas las empresas necesitan innovar. Y para ello, reinventar su manera de trabajar: colaborar, avanzar en la incertidumbre, experimentar, aprender del fracaso, hacer mucho con poco, improvisar. Como lo hacen los emprendedores en su día a día.
Pero muchas compañías tienen la creencia equivocada de que poniendo un futbolín o Fatboys están creando una empresa más emprendedora. Para conseguirlo, se necesita un cambio de mentalidad y pequeñas acciones cotidianas. Si todos en la empresa, a todos los niveles, compartiésemos estas 3 convicciones, con poner en marcha acciones concretas, poco a poco desarrollaríamos el espíritu emprendedor de nuestros colaboradores.
¿Cómo?
1. Todos tenemos talentos
Todos tenemos talentos, o sea una manera especial de hacer algo de manera excelente, que nos sale de manera natural, desde siempre. Por ejemplo, el talento de escuchar a los demás destacando lo positivo o de transmitir entusiasmo. Cada día necesitamos ofrecer a nuestros clientes y compañeros el don que tenemos. Pero muchas veces no lo hacemos, porque ni siquiera nos damos cuenta de ello. Primera tarea para todos en la empresa: destacar a nuestros compañeros sus talentos, dando un “feedback con proteína” sobre lo que han hecho muy bien, es decir, sobre su mecanismo de excelencia.
2. Todos tenemos ideas innovadoras
Incluso los colaboradores que tienen el mayor contacto con los clientes, y suelen ocupar posiciones menos cualificadas, son los que suelen tener las mejores ideas. Pero una idea si no se comparte no existe. Se puede dar luz a ideas innovadoras con muy poco: poner una caja de ideas en la ofi, o empezar cada reunión semanal con una ronda de las ideas innovadoras, o crear la rutina del correo “Ideas inspiradoras” cada viernes.
3. Necesitamos tiempo y espacio para desarrollar ideas
Puedes tener todas las ideas innovadoras del mundo, pero si estás demasiado cargado de trabajo, con un jefe que no te escucha y poco tiempo de calidad con los compañeros, tus ideas se morirán. La empresa necesita crear momentos para hacer crecer las ideas. Se puede empezar por una sesión de 2 horas para materializar ideas en un primer prototipo. Luego, una jornada de aceleración de ideas o un programa de intraemprendimiento más completo. Sí que se necesita por parte de la empresa una inversión de recursos. Pero nada crece si no hay agua.
¿Los criterios para elegir a facilitadores de innovación? Que no solamente piensen en la oportunidad de negocio, sino en los talentos de las personas. Que no sólo lleven post-its y legos, sino herramientas prácticas que tengan experiencia en empresa con ejemplos concretos de casos de éxito. Y sobre todo, que estén convencidos de que todos y todas tenemos en germen el espíritu emprendedor, y que hace falta despertar esta creatividad que llevamos dentro para desarrollarlo.
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