La personas con discapacidad, un valor añadido clave

Desde hace varios meses –septiembre de 2017- siete trabajadores con discapacidad están contratados por ALC para que desarrollen tareas de recogida y clasificación de residuos reciclables, así como labores de apoyo en el departamento de administración, en las instalaciones que la compañía tiene en el Centro Logístico de Abastecimiento de Getafe. Este logro, del que nos sentimos muy satisfechos, es fruto de la colaboración entre la empresa logística a la que pertenezco y el Grupo AMÁS, una organización que apoya, ejerce, impulsa y defiende los derechos de las personas con discapacidad intelectual ubicada en el sur de la Comunidad de Madrid.

Esta cooperación no es un hecho puntual ni excepcional en la política empresarial de ALC. Responde por completo a nuestro compromiso social, a nuestros valores (“Mejora continua, ética, lealtad, sentimiento de pertenencia, trabajo en equipo, contribución social, individual y colectiva”). Y también a nuestra misión: queremos ser una compañía de servicios logísticos que satisfaga las expectativas de nuestros clientes, pero también de la sociedad en la que operamos, aportando un beneficio al conjunto de la ciudadanía. No queremos vivir ajenos al mundo en el que actuamos y al que damos servicio. Y no es mera palabrería. Creemos plenamente en ello.

Para el departamento de recursos humanos que dirijo es prioritario que nuestra política cotidiana sea fiel a la misión y a los valores corporativos. Por eso, cuando el Grupo AMÁS se dirigió a nosotros para ofrecernos un servicio que ya realizábamos –gestión de residuos de almacén para su reciclaje posterior-, pero prestado por personas con discapacidad intelectual, vimos una oportunidad y dimos nuestro visto bueno. De hecho, este personal brinda una gestión eficiente y mejora notablemente la labor medioambiental que ya llevábamos a cabo. Al mismo tiempo, les damos la posibilidad de desarrollar un trabajo y tener independencia, de ayudarles a ellos y también a sus familias. Contribuimos, sencillamente, a normalizar la situación de estos jóvenes.

El éxito de esta primera colaboración, que se ha llevado a cabo de una forma natural y fluida, nos llevó a ampliarla. Además de las cinco personas destacadas en el almacén, hoy también tenemos a otras dos que trabajan en el departamento de administración, con tareas de gestión documental y ayuda puntual en la recepción. Igualmente, en un breve periodo de tiempo contaremos con otros dos jóvenes que realizarán prácticas en ALC bajo la coordinación de los monitores del Grupo AMÁS: iniciarán su formación en nuestra empresa con la idea de que en un futuro se integren en otras compañías y, como ocurre en nuestro caso, aporten valor añadido a las tareas que desarrollen.

Quiero insistir en que el balance para ALC está siendo muy positivo. Las siete personas ahora contratadas han mejorado la gestión de determinadas actividades. En este sentido, deseo también expresar mi agradecimiento al Grupo AMÁS por las facilidades que nos presta a la hora de dar soluciones a las dificultades que surgen en el día a día.

Es cierto que ALC es una empresa que ha de dar beneficios a sus socios y que está sometida a un seguimiento de resultados muy exhaustivo. Eso explica que no se pueda llevar a cabo cualquier política de recursos humanos por el mero hecho de ofrecer una imagen pública amable. Se requiere un retorno real para proponerla y que sea aprobada por los órganos de dirección. Y aquí es donde insistiría: el éxito de esta colaboración radica en el equilibrio entre la misión y los valores corporativos y la actividad cotidiana desarrollada por las personas recomendadas por AMÁS.